viernes, 29 de noviembre de 2013

La palabra en la crisis.

En los últimos tiempos la realidad diaria parece haber empeorado para muchas personas y colectivos, a causa de esa concatenación de factores que se ha venido a llamar crisis.

Estamos vivenciando la entrada en nuestro día a día de elementos que parecían no tener cabida: el drama económico y personal del vecino, conocidos nuestros que están pasando por cambios y crisis fuertes que jamás habríamos esperado... En definitiva, la rotura de los diques de comodidad y rutina, que alejaban a  la pobreza y a la marginación de nosotros y de nuestra esfera de conocidos, poniéndonos en contacto con ella de manera repentina, y traumática en algunos casos.

En este sentido existen diferentes maneras de ser afectados y vivir este proceso:

Los jóvenes están viendo postergado su proyecto vital y el acceso a un modo de vida adulta y autónomo, siendo esto en el mejor de los casos un retraso y en el peor,  la quiebra de sueños y posibilidades que no se podrán recuperar como cuales.

Han habido otros casos más dramáticos en los que se han descosido, e incluso destruído, familias a consecuencia de un golpe económico que  ha empezado con la pérdida de trabajo, ha pasado por la pérdida del hogar, posible separación de la familia... En este caso la crisis es vivida de un manera traumática, con un efecto que podría compararse al de la irrupción de una catastrofe natural.

Siempre he pensado que el poder de la palabra: el poder acompañar emocionalmente a las personas que están viviendo todo este proceso, no hace que estas arreglen sus problemas, pero puede ayudar a encaminarlas a buscar algunas soluciones posibles, permitiendo que puedan dar sentido a lo que ha pasado, superando el estupor inicial, y siendo la red de emergencia ante lo que parece una caída sin fin, que puede poner en riesgo la vida psíquica y física de la persona, por lo inesperado y la magnitud del traumatismo.

La función de sostenimiento, hecha por familia, amigos, y por profesionales que entiendan que es necesario movilizarse en una situación que podríamos catalogar de emergencia social, me parece fundamental, dado que la palabra es algo que nunca nadie podrá hacer quebrar y cuyo poder muy habitualmente se subestima.

Es cierto que en Eivissa estamos sufriendo en los últimos tiempos algunos sucesos trágicos que pueden tener que ver con todo lo que nos está suciendo como sociedad. Es necesario que todo esto se pueda hablar, decir y manifestarse para encontrar alivio, que se visualice, se reconozca y se pueda hacer algo, al menos en el orden del apoyo social y el reconocimiento de que mucha gente está viendo conmocionadas sus vidas, tando adultos como jóvenes.

viernes, 22 de noviembre de 2013

La paradoja de la felicidad

Me interesa mucho personal y profesionalmente el concepto de felicidad, dado que, como muchas experiencias humanas (como el sufrimiento) parece muy difícil de medir, cuantificar, y significa algo distinto para cada uno de nosotros.

En este sentido, hoy en día se pueden encontrar muchas recetas para la felicidad, prefabricadas, rápidas, y que van generalmente de acuerdo a lo que se supone que socialmente es los más conveniente en cada momento (hoy en día se asocia mucho la felicidad a valores como juventud, belleza, éxito, consumo...).

Las personas pueden hablar y explicar sus momentos de mayor o menor felicidad en función de diferentes vivencias y factores, que a cada uno le afectan más o menos. No obstante la complejidad de la cuestión, está para mi, en aspectos como darse cuenta a posteriori, por ejemplo, que uno recuerda con cierto valor un momento en el cual sintió que lo estaba pasando mal, o cuando se alcanza algún objetivo (profesional, económico, sentimental...) largamente anhelado y que debería traer una gran felicidad, y uno se va dando cuenta, sin entenderlo, de que  incluso se estaba mejor antes de conseguirlo.

La búsqueda de la felicidad (si eso existe), no es sencilla, lineal, ni muchísimo menos se encuentra en tener el último modelo de algo, o de disfrutar de determinada situación social, económica y sentimental. Para mi tiene que ver con algo mucho más íntimo, complejo y misterioso (quizá incuso indescifrable) que hace que a momentos de gran desánimo, sucedan a menudo momentos de bienestar que no se pueden explicar muy fácilemente, o que el logro de objetivos que aparentemente nos iban a proporcionar un gran bienestar quizá no son para tanto: Se podría sintetizar con que las cosas no son tan negras cuando parecen lo más negras ni tan blancas cuando parecen lo más blancas, y en eso está uno de los misterios de la vida con los que simplemente hay que saber convivir.

Gracias y hasta pronto.

domingo, 17 de noviembre de 2013

¿Amor para toda la vida?

Los grandes cambios sociales y el ritmo dificil de asimilar al que suceden las cosas, hacen que incluso los cimientos internos de aquello que hemos recibido como educacion se estén cuestionando constantemente, poniendo a mujeres y hombres -especialmente a los hombres- en una posicion de muchas dudas y fragilidad, sobretodo respecto de como manejarse en las relaciones.

Con la necesaria democratizacion de la sociedad, la progresiva liberacion de la mujer de las cadenas que la oprimen (de una manera muy  importante en la tradicional sociedad ibcenca, aunque no se quiera hablar de ello), aspectos como el matrimonio, los vinculos de pareja para toda la vida... se han puesto en cuestion desde hace unas decadas.

Todo esto aporta elementos muy positivos, en cuanto ahora las relaciones sentimentales se pueden pensar cada vez mas desde la negociacion y la igualdad entre las partes, y poco a poco el peso de instituciones y normas arcaicas que pesaban sobre la libertad individual va siendo sustituido por la propia capacidad de eleccion.

No obstante tambien se observan dificultades importantes en este nuevo marco de relaciones personales: la libertad de la mujer, su irrupcion en la escena como sujeto en pie de igualdad nos ha cogido  a los hombres con el paso cambiado, quebrando los viejos modelos, y llenándonos de dudas e incertidumbre: El genero masculino esta teniendo  problemas para convivir con una mujer más libre, autónoma, que sabe lo que quiere y puede elegir. El hombre no ha acompañado hasta ahora la revolucion afectiva y social que las mujeres han conseguido llevar a cabo, en parte por haber recibido una educacion que en lo emocional es rigida y muy ilimitada.

En este punto las relaciones de pareja se resienten de todo esto: ya no existen vinculos para toda vida per se, por decreto, hoy las relaciones deben negociarse en igualdad desde el respeto y la atencion a las necesidades del otro. Parece que estamos educados para sentir el final de las relaciones como un fracaso personal, cuando quiza esto marca de una manera natural la necesidad de separarse e ir por otro camino, y es una posisbilidad que se deberia  tener en cuenta desde el principio. Para mi la madurez personal tiene que ver con la capacidad de la persona de ser consciente de separarse con respeto y cuidado del otro cuando la situacion lo requiere, aunque es un proceso doloroso, siempre es peor continuar sin querer darse cuenta algo que no nos está haciendo felices y que no podemos solucionar.

En este punto, la manera como nos relacionamos, como somos en las relaciones, nos deja a expensas de nosotros mismos, de nuestras miserias y nuestras limitaciones de una manera muy marcada, y más en tanto en cuanto, se nos ha educado desde siempre prorizando de manera absoluta los conocientos teóricos, como si lo afectivo no puediera ser parte de una formación para el desarrollo integral. En este sentido, se ha confiado este aspecto íntimo a las faimlias, que muy a menudo han tenido dificultades para poder entrar a educar en determinados componentes afectivos, sentimentales, que resultan muy importantes para la felicidad del individuo.






viernes, 8 de noviembre de 2013

Sobre los muy malos momentos (en el meollo de la crisis)

Hoy quería escribir una breve reseña sobre aquellos momentos, fases, períodos... considerados como los más difíciles y de más sufrimiento en la vida de las personas.

Me estoy refiriendo a los momentos más críticos y duros que afectan a la vida de las personas, donde aparecen emociones como una angustia difícil de aguantar, la desesperación, el insomnio, el verlo todo negro, no ver salida, y sobretodo, pensar que todo va a ser así para siempre.

Su aparición se puede debe a diversos factores, a veces claramente conocidos por quien los sufre (rupturas, separaciones, duelos diversos...) y otras veces simplemente por motivos que la persona que los sufre desconoce. Pueden aparecer de una forma gradual o de una manera más repentina, sin que la persona comprenda que es lo que le está pasando y lo pueda ubicar en su perspectiva vital.

En estos momentos, donde parece que todo esté perdido, tendemos a juzgarnos, evaluarnos y examinarnos, precisamente cuando menos deberíamos hacerlo, dado que en estos momentos no se puede pensar con claridad todo lo que pensemos sobre nosotros vendrá teñido por un matiz muy negativo e incluso catastrófico.

Es muy importante en estos momentos donde todo parece tan perdido (algo que puede parecer difícil a las personas que están en medio de este proceso, de este nubarrón negro): hablar, expresar lo que les pasa, PEDIR AYUDA.

Hay algunos aspectos básicos, que como tablas de salvación , debería de poder recordarse la persona que ha pasado por estos procesos:

-No siempre se ha sentido así
-Ha habido otras muchas fases y momentos en su vida en los que se ha sentido de una manera muy diferente
-Probablemente habrá pasado por otros momentos dolorosos, consustanciales a la vida, y los ha podido superar.

Si hay un par de características que suelen definir estos procesos de crisis, estas son: que se experimentan de una manera muy aguda -muy difícil de aguantar, con un padecimiento muy intenso- y que son PASAJERAS, que son fases que suelen dar paso a otras más calmadas, donde si bien todavía puede permanecer el malestar, se puede tomar la suficiente distancia emocional como para poder integrando y entendiendo que es lo que le ha estado pasando a la persona, ir atando cabos y empezar a pensar en una recuperación, incluso con una comprensión de uno mismo que no se tenía antes de padecer esta crisis.