jueves, 13 de agosto de 2015

Cuando el pasado es una pieza que no encaja.

A menudo, para muchas personas, el pasado retorna de una manera dolorosa, como una carga con la que parece que no se puede hacer otra cosa que arrastrarla y penar por ella: el pasado, el pasado, el pasado que siempre vuelve...

Muchas personas se sienten culpables y se autocastigan por haber protagonizado determinadas vivencias en algunas fases de su vida, sintiéndose muy culpables de haber realizado cosas que les parecen horribles, que vuelven una y otra vez, sin que haya una manera de poder elaborar, integrar o asimilar aquello que parece tan terrible; el pasado queda como una herida sangrante, abierta y con la que uno no sabe como tratar.

En mi opinión, sufrir por el pasado, es algo habitual en aquellos quienes piden ayuda para un sufrimiento psíquico. En mi visión de la psicología y del ser humano, donde no hay dos personas iguales ni dos sufrimientos iguales, no cabe un mecanismo, un procedimiento o algún consejo estándar y para todos igual para "liberarse" de esto que molesta y que aparece como un doloroso y recurrente regreso de los recuerdos del pasado.

Objetivamente nuestra lectura del pasado no se limita a recordar las cosas que pasaron, implica muchas más cosas: ¿Qué cosas estamos viviendo ahora?, ¿Qué aspectos actuales nos están rememorando vivencias pasadas?, ¿De donde viene la exigencia de rememorar aspectos de una manera dolorosa?, ¿Qué está pasando con la culpa?, ¿Viene esta culpa de ese momento pasado o de más atrás?...

Se trata más bien, en el marco de un espacio terapéutico, de poder poner en palabras y hablar acerca de ese pasado, para poder ir viendo porque está situado en la mente de la persona de una manera que genera dolor y sufrimiento, con temas recurrentes que parecen no poder dar paso a otra cosa.

Esto facilitará la irrupción de nuevos elementos, de claves que la persona no tenía en primer plano, que poco a poco nos pueden ir diciendo, que más que lo pasó, aquello que le duele a la persona es más bien su construcción personal, su lectura, una mirada que resulta problemática de aspectos de la propia vida, que le generan problemas y que ciertamente ocultan otras claves y otras cuestiones en las que es fundamental poder pensar y analizar de cara a que a vaya cayendo este castillo pesado y doloroso (y a menudo acorazado por uno mismo) en el que se ha transformado el recuerdo del pasado.

La cuestión de sufrir por un pasado doloroso que retorna, suele ser un velo que encubre otras cosas, que es necesario trabajar para poder liberarse de un dolor que aparece por algo de esa manera, ligado a la pasado.
Se trata, -y este es un camino diferente para cada uno,  y sorprendente a menudo- de un trabajo a realizar para poder explicarse el libro de la propia vida de una manera mejor, que no provoque tanto sufrimiento, aunque objetivamente puedan haber aspectos equivocados o errores que la persona ha cometido, se trataría de poder realizar una distinta lectura de ellos.

Debajo del sufrimiento, del malestar por las cosas pasadas que duelen, encontraremos cosas distintas en cada persona, a menudo, como decía, sorprendentes para la propia persona, pero es la manera de descubrir que es posible volver sobre nuestra propia historia y revisarla para contárnosla de una manera que no nos haga sufrir. La historia personal no es un producto terminado que no esté sujeto a poderse revisar. Descubrir porque la propia historia se presenta de una manera tan inmodificable y dolorosa para la persona será el trabajo a realizar.

Muchas gracias.

jueves, 6 de agosto de 2015

Las crisis son una brújula

En esta entrada me gustaría referirme y tratar de desarrollar una idea que quizás socialmente, de acuerdo a algunas tendencias, discursos y creencias actuales, no es compartida por todos, de acuerdo a las implicaciones que tiene y a lo que nos dice del funcionamiento de la mente de las personas.

Es la cuestión de que el desarrollo del ser humano se da de una manera en la cual las crisis, los momentos de ruptura, de sufrimiento, de necesidad, de reorientación, serían elementos maestros en la dirección de nuestra vida hacia lo que vamos necesitando, que bien puede ir cambiando de acuerdo a como vamos evolucionando como personas.

Los momentos de crisis, aunque dolorosos, vendrían a ser como los pliegues de nuestra vida, en este caso momentos donde se concentran muchas cosas (algunas acaban, otras empiezan, se pierden referencias, hay desorientación...), a menudo momentos muy dolorosos, pero cuya aparición no es fruto del azar, sino que aparecen para que la persona que los sufre pueda hacer todo un trabajo de indagación y cuestionamiento, y sobretodo de reorientación de aspectos importantes de la vida, para ver de que manera y en que dirección continuar, modificar el rumbo...

En mi opinión, actualmente existe un énfasis en aspectos como el disfrute, el consumo, la falta de límites respecto de lo que se podrá conseguir... que dan una idea de lo que se puede aproximar al objetivo en la vida de las personas tiene que ver con experimentar el mayor placer posible de la manera más inmediata posible, casi sin espacio para pensar. Esto cada vez más asociado a la lógica consumista, que nos va influenciando a todos y marcando necesidades, deseos... y nos hace picar el anzuelo de que nuevos objetos o adquisiciones son las que, en algún momento, finalmente, nos harán completamente felices.

Pienso que este es solo un aspecto superficial de aquello que implicaría vivir de una manera comprometida con nosotros mismos y con la vida misma. Para mi, un posicionamiento distinto, o complementario, tiene que ver con poder plantearse y replantearse cuando sea necesario, las grandes preguntas de la vida, aunque las respuestas no estén disponibles desde el primer momento, y sobretodo, aunque estas respuestas nos hagan replantearnos y poner en cuestión cosas importantes, y todo ello sea doloroso en un primer momento.

Pienso que de este trabajo de indagación se suele producir el hecho de que quizás descubramos que no estamos tan conformes con cuestiones que nos vienen impuestas desde fuera y puede que queramos desarrollar alguna perspectiva propia acerca de diferentes aspectos, incluso aunque pueda parecer que no todo el mundo va a compartir estos posicionamientos propios o va a pensar igual.

Fruto también de este trabajo está la cuestión de si lo que estamos haciendo en la vida es lo que nos hace felices y nos mueve. Podemos temer que la respuesta implique cambios que pensamos a priori que van a ser dolorosos, pero precisamente estar en contacto con nuestro interior es lo que puede darnos el margen para tratar de hacer el ajuste con la mayor creatividad posible y tratando de integrar responsabilidades y compromisos con aquello que realmente deseamos y que nos mueve a vivir y desear.

Tal vez un aspecto importante sea que cuando aparece el dolor, la angustia, el malestar, poder plantearse que es necesario abrir y revisar aspectos (más o menos importantes, más o menos generales) de nuestra vida, tomando estos síntomas dolorosos como brújula de que hay alguna cosa que ya no está funcionando bien. Opino que el perseguir estos síntomas, tratar de aplastarlos o de extirparlos (con medicaciones, técnicas para librarse de determinados pensamientos...), si bien puede apaciguar de manera inicial a la persona o tranquilizarla de manera muy eficaz, nada nos dice acerca de lo que interiormente está pasando, y no es descabellado pensar que lo que no ha podido ser escuchado y tenido en cuenta aparezca de otras maneras en el futuro, que pueden ser más complejas, e incluso más dolorosas.

Es por ello que ante el dolor, la perplejidad, la incertidumbre, la pérdida de sentido, la dificultad para agarrarse a lo conocido que ha dejado de funcionar, que puede acontecer en los momentos de crisis personal y vital, me parece muy importante poder acompañar a la persona para que ella misma vaya siendo capaz de abrir todo aquello acerca de lo cual sea muy importante poder sentir y pensar, aunque implique cambios, que seguramente proporcionarán lugares mejores para la vida que en la etapa anterior.

Es cierto que a veces las crisis se presentan de una manera abrumadora, casi catastrófica, pero es cierto también, que a menudo, sin predecirlo, controlarlo o esperarlo, podemos concluir tiempo después, que una crisis dolorosa ha traído algo a nuestra vida que ha resultado y es fundamental, y que tal vez no habríamos encontrado.

Muchas gracias.