sábado, 31 de diciembre de 2016

Mancharse con la vida

En la vida de cada uno de nosotros, a medida que vamos creciendo, de manera inefable, se nos presentan una y otra vez diferentes cuestiones complejas con las que tenemos que ir manejándonos, y que a menudo no tienen una respuesta clara, sencilla y de una sola vez. Cada uno tiene sus propias cuestiones límite.

Cuestiones como el conflicto entre lo que deseamos y lo que hacemos, las relaciones afectivas y sexuales, los vínculos generacionales y su evolución, la aparición de la enfermedad o la muerte -a menudo de manera repentina-,  ponen de manifiesto algo a lo que nos es muy difícil querer mirar: la falta de control que tenemos sobre nuestra vida y la imposibilidad e impotencia humana para poder predecir que vendrá después.

A veces el sentido que tratamos de dar a las cosas no nos llega para relacionarnos con esas realidades difíciles: en esos lugares anida el malestar y solemos batirnos en retirada, o dar un rodeo ante aquello que nos causa angustia (pretendiendo una  exención imposible de determinadas asignaturas que es imprescindible cursar en la vida),

Así hay quien no se pone a prueba en el campo de las relaciones de pareja, y sexuales; quien no comparece a la hora de comprometerse y vincularse con personas, ideales o valores; quien se queda fijado a aquello que le viene de familia sin valor para desarrollar un proyecto personal distinto: cada uno tiene sus propios fantasmas, muchas veces erigidos en tiempos muy tempranos, a menudos relacionados con tabúes y secretos familiares

Así existen determinadas barreras, fronteras y límites ante los que muchas personas retroceden, porque provocan mucha angustia, amputándose posibilidades y áreas de la vida, por desconocer que más allá de esa angustia y del laborioso proceso de atravesarla puede haber respuestas.

El saber que emana de la exploración de aquello que nos causa angustia, puede resultar incómodo de obtener, como si se tratara de ir más allá de un campo minado, pero puede valer mucho la pena en el sentido de poder encontrar, quizás después de mucho trabajo con nosotros mismos, aspectos propios fundamentales para nuestra realización como personas que estaban ocultos bajo muchas capas.

Hay quienes pasan por la vida apenas sin tocarla, o apenas sin que la vida les haya tocado; un pasar por la vida de refilón, de puntillas preocupándose de no encarar determinadas fronteras o limites personales, que efectivamente pueden esconder lo más vivo y valioso de uno mismo, pero que para muchas persones están demasiado selladas por el silencio y el miedo, no vaya a ser que más allá de ese lugar de malestar se encuentren a ellos mismos.

Para vivir hay que mancharse con la propia vida, a veces yendo más allá de los límite de lo conocido y lo confortable. Aspirar a una vida sin incertidumbre ni angustia alguna, es también una vida congelada sin posibilidad de ir más allá.


miércoles, 30 de noviembre de 2016

Llàgrima de llibertat

Tots patim el malestar i l'angoixa, la majoria de nosaltres de manera puntual, i aconseguim manternir-nos en un equilibri raonable. Això pot ser així per sempre, o en algun moment pot aparèixer alguna cosa que desequilibri aquesta homeòstasi. És sabut que pot passar a qualsevol.

Els patiments insuportables, són aquells pels que la gent consulta i demana ajuda per a poder esbrinar alguna cosa d'un mateix que permeti, en darrera instància fer els canvis i transformacions personals que permetin veure allò que fa patir des d'un altre lloc.
La meva idea i la meva pràctica ètica, professional i personal, diu que aquestes coses que fan patir de manera profunda i continuada a les persones, no són coses fàcilment extirpables, es tracta d'engranatges complexos, de nusos i de lligams inconscients que no són fàcils de tallar.

Evidentment, el paper de la persona que demana ajuda pel seu patiment, independentment del grau de desvaliment i incapacitat amb el que arribi a la consulta, és el paper clau en el recorregut per a poder canviar parts d'un mateix molt instal·lades que fan patir, i que sovint no entenem i van més enllà de l'abordatge de la lògica i del sentit comú: no és la lógica ni  el sentit comú o els consells ben intencionats el que està en lloc i el que pot mobilitzar el canvi.

En tot cas, fins i tot el patiment més gran no ho és en tot moment en la mateixa intensitat i tots disposem del recurs de la paraula per a poder tramitar, encara que sigui un momentàniament,  allò que en el fons ens fa patir, i tenir moments de respir.

La idea que proposo, sosté, i això actualment és molt impopular, que mantenir-nos a prop del malestar, amb la idea de poder-lo interrogar amb l'ajuda del professional adequat, va fent possible el camí, passa a passa, d'anar canviant més o menys lentament aquells circuits dins nosaltres mateixos, que ens fan ocupar posicions dolorosament insostenibles a la vida -evidentment cada persona és diferent i hi ha qui pot fer canvis molt profunds d'una manera molt ràpida-.

És impossible jugar una partida diferent a la vida, sense saber quina peça i quina funció representa un mateix, quines són les regles del joc i quin el tipus de tauler: d'aixó, moltes vegades prou soterrat, parla el procés que descric.

Un treball com aquest, no té en absolut res a veure amb voler aniquilar el malestar -via medicacions o altre tipus de procediments suposadament curatius-, cosa que pot resultar enormement alleugeridora però que relega i tapa de manera més intensa allò que ens fa patir, amb la possibilitat que torni de la mateixa o d'un altra manera.

Les medicacions, si s'utilitzen com únic tractament i per a acabar amb els símptomes sense poder desenvolupar i resseguir tot el que aquests símptomes tenen a veure amb nosaltres, pot resultar un alleugeriment molt important, però sovint tallen la possibilitat d'investigar i desentranyar coses a un nivell més profund.

Avui en dia no és fàcil ni popular, en la societat de la fascinació per la imatge, i de la immediatesa del temps, suggerir que el procediment necessari per a arribar a un lloc diferent, té a veure amb estar a prop de l'angoixa i dels límits d'un mateix, per a que arribat el moment i després de l'adequat procediment d'investigació en un mateix, les llàgrimes de patiment siguin autèntiques llàgrimes de llibertat.

El resultat és enormement diferent en la lectura que es pot fer de la vida passada, dels motius de les coses i esbossa unes possibilitats diferents per al futur.

El "benestar" químic i la promesa d'una felicitat ràpida i completa és una il·lusió que molt sovint ens enreda, per acabar de manera frustrant en el mateix punt on més endavant ens trobarem de nou encallats.

lunes, 31 de octubre de 2016

¿Y si no existe "la" respuesta?:

A diario aparecen nuevos conceptos, nuevas tendencias, nuevas modas que alardean de singularidad y novedad y que prometen ser la respuesta para problemas y cuestiones humanas que muchas veces no tienen una respuesta tajante y de una sola vez.

Curiosamente suelen nombrarse mediante un anglicismo y venir del otro lado del atlántico. Son productos, terapias, conceptos, que juegan con la natural tendencia del ser humano a buscar soluciones a aquello que no la tiene de manera rotunda y rápida, de un solo golpe. Si además se añade el prefijo "neuro" -a algo que no viene estrictamente del campo de la medicina y más concretamente de la neurología- la la suerte comercial está asegurada.

Lo curioso es que cuando se investiga estas tendencias rabiosamente contemporáneas, que casi reniegan de la historia, uno se sorprende viendo, que aquello que pretende ser un descubrimiento genuinamente ultramoderno, se llamó de otra manera hace bastante tiempo, y en aquel momento se trataba también de vender algo, con los mismos argumentos con los que actualmente lo hacen las supuestas ideas milagrosas y rompedoras que nos pretenden vender: es decir "ya estaba inventado", aunque generalmente sin anglicismo, y sin la partícula "neuro"

El sistema económico basado en el mercado junto con la tecnología nos quieren convencer de que existen respuestas definitivas para determinados temas sobre los que no hay "una respuesta" homogénea y estereotipada para todos: cada uno tiene que ir fabricando la suya propia: no hay respuesta universal para las relaciones, la sexualidad, las limitaciones de cada uno, el propio afrontamiento de la muerte...

No hay "La respuesta" y si pretendemos que la hay es porque estamos de acuerdo con una ilusión que tiene que ver con los postulados de la sociedad en que vivimos, que pretenden hacernos cree que podemos poner coto y control a temas insolubles, en vez de hacer el doloroso reconocimiento de que el ser humano está sujeto a incontrolables limitaciones, y que ni siquiera decidimos el momento y la manera de nuestra desaparición, tal como si nos empeñásemos en poner puertas al campo.

Es cierto que en el campo de la medicina el éxito es innegable y apabullante, pero con un límite jamás superable; la realidad del envejecimiento, la enfermedad y la muerte es algo que el ser humano jamás podrá alterar de manera esencial.


Estas reflexiones tal vez no tienen mucho eco en la sociedad actual, la de la perfección de la imagen, pero me parece que si podemos ir más allá de ello podemos encontrar la manera de acercarnos a lo más genuino de la vida, en vez de escondernos y ensimismarnos en millones y millones de pantallas que no hacen más que anestesiarnos y alejarnos de lo esencial del ser humano.

miércoles, 5 de octubre de 2016

Depresión: Más allá de una etiqueta

Las llamadas “depresiones” son la epidemia de la psicología y de la psiquiatría de finales del siglo XX y principios del XXI. Presentan síntomas como la tristeza, la irritabilidad, la anhedonia -falta de ganas e iniciativa- el insomnio, la ansiedad y angustia, además de síntomas físicos como mareos, taquicardia, y muchos otros.

En fin, toda un abanico de síntomas muy inespecíficos que pueden llegar a ser extremadamente dolorosos e incapacitantes para la persona.

Grandes corrientes de la psicología y la psiquiatría actual pretenden dotar de una uniformidad clasificatoria a las llamadas depresiones estableciendo grandes categorías, según el aspecto fenomenológico de sus síntomas.

La psiquiatría busca el correlato anatómico de estos padecimientos mentales y propone medicaciones que resuelvan supuestos desequilibrios en la neurotransmisión que estarían detrás de este padecimiento mental, en el que se ubica una supuesta causa orgánica. Si bien todo esto es importante, en mi opinión se deben tener siempre en cuenta preguntas fundamentales que para mi son la clave de la orientación del tratamiento:

¿Qué función cumplen estos síntomas en la vida de esta persona? ¿Por qué ocurren de esta manera? ¿Por qué ahora?

La medicación, en caso de ser necesaria, debería ir siempre acompañada de un proceso de indagación e investigación, que vaya ayudando a clarificar porque sufre cada persona concreta, ya que las causas -mucho más allá de lo orgánico- que hicieron enfermar a alguien son totalmente idiosincrásicas y biográficas.

Las preguntas referidas, y otras que van surgiendo durante el tratamiento, nos suelen llevar por derroteros que van apareciendo y que poco tienen que ver “a primera vista” con los motivos de consulta iniciales: aspectos presentes y pasados de nuestra vida, duelos y pérdidas no procesadas, emociones y afectos soterrados... la pareja, la sexualidad, las relaciones familiares pasadas y presentes, los miedos y anhelos más profundos, nuestros posicionamientos básicos ante la vida en temas esenciales...

Como puede deducirse, no se trata de que el profesional de con una respuesta simple y absoluta que no implique ningún cuestionamiento por parte de la persona, al contrario, es más bien un recorrido, un proceso de la persona por su propia biografía en el que va encontrando muchas cosas y en el que lógicamente hay momentos difíciles: es todo un trabajo tratar de resolver aquello que puede haberse instaurado mucho tiempo atrás.

El enfoque que propongo tal vez implique un mayor tiempo de trabajo y elaboración, aunque el alivio puede empezar a sentirse desde bien temprano, y por supuesto necesita de una mayor implicación de la persona que sufre en este proceso y en sus resultados, dado que se considera que “no hay verdadera cura desde fuera de la persona” y que es el propio sujeto el que puede ir responsabilizándose , en la medida de sus posibilidades y situación- de si mismo, de su padecimiento y  de su vida, mientras va atando cabos y colocando lo más ordenadas posibles las  piezas básicas del rompecabezas de su subjetividad.


miércoles, 17 de agosto de 2016

Laberintos de uno mismo

Una de las dificultades a la hora de poder saber que es lo que nos hace sufrir y nos afecta, es precisamente el hecho de que sepultamos, escondemos, clausuramos y cerramos bajo llave el material que nos duele, tratando de alejarlo lo más posible de nuestra mente.

Hacemos todo lo posible por mantener alejados y desconocidos todos esos aspectos que forman parte de nosotros mismos, pero que al mantener tan rechazados es imposible que podamos integrar y tratar de poner de acuerdo con lo que somos y con como nos sentimos.

Nosotros mismos de alguna manera somos los creadores de este laberinto, en el que escondemos y tratamos vanamente de deshacernos de aquello que nos es difícil.

Más tarde, descubrimos que eso no funciona así. Todo aquello que hemos cerrado bajo mil llaves siempre acaba regresando de forma que nos causa dolor y dificultades: es incontrolable aunque nos hayamos hecho la vana pretensión de que lo podríamos controlar, empujándolo al lugar más embrollado y hondo del laberinto de nuestra mente.

Gran parte del proceso terapeútico de resolver y encontrar respuesta a todo eso que nos hace sufrir, tiene que ver con irse intrincando en ese complejo laberinto, y en todos esos nudos hechos de sentimientos, recuerdos y vivencias, en aras a poder ir desatándolos, estirando de los hilos más importantes y en definitiva, ir recorriendo ese laberinto que es cada uno de nosotros con el afán de avanzar en la vida, acercándonos lo más posible a la salida y abandonando por nuestro propio pie ese laberinto.

Por supuesto que ese recorrido implica que tengamos que revisar muchas cosas de nosotros mismos, de nuestro pasado, de nuestra vida, para lo cual necesitamos un tiempo porque precisamente no son cosas fáciles -por algo las tuvimos que  esconder en el fondo-

Desde mi formación y mi perspectiva personal y ética, pienso que esta es la manera de proceder para poder plantear algo nuevo; nuevas respuestas, nuevas posiciones... a antiguas cuestiones que tal vez llevan mucho tiempo haciéndonos daño. A menudo son temas de calado, y cuestiones con las que de alguna manera todo ser humano tiene que ir lidiando (la posición ante la vida, las relaciones, la sexualidad, los límites, la muerte...). Esta es la manera de centrar la cuestión y dirigir la mirada hacia esos "hilos maestros", aunque haya quien prefiera hablar de neutotransmisores, de la falta en el cerebro de determinadas sustancias... Por mi parte pienso que la medicación puede ser necesaria en ocasiones, pero si esa es la única estrategia para tratar el sufrimiento humano, creo que eso tal vez pueda tener que ver con seguir empujando todavía más al fondo del laberinto las cosas que nos hacen sufrir que con decidirse verdaderamente a abordarlas. Que se obtenga un alivio inmediato no quiere decir que no puedan volver en el futuro las dificultades, si en el fondo no están resueltas.

miércoles, 27 de julio de 2016

Records del Nanking (Foods are memories)

Veient de manera casual una pel·lícula sobre restaurants, una frase dita una de les protagonistes: "foods are memories" va fer saltar com un resort al meu cap el record del tancament elmes passat del tant estimat restaurant xinés Nanking.

Els menjars, els àpats, fan records, i pel que a mi respecta, durant més de vint anys he visitat aquest restaurant amb la família rebent sempre un tracte amable, cordial i senzill den Jaume i el seu equip.

Quants de preciosos records amb la família i amb el meu pare "Bartolo de ses Flors", que fins i tot tenia un plat propi, sa "paella xina", adaptació al seu gust de l'arroç amb curry.

Vaig començar a anar-hi sent un nen, cosa que mitifica encara més els records i les anécdotes.
Els de casa tenien un negoci de flors, una floristeria, de la que Nanking n'era client, i sovint els negocis es feien canviant flors per dinars, a mode d'un economia de bescanvi, cordial, amable, i d'enteniment entre veïns: una Eivissa que va desapareguent...

Si avui m'animo a escriure aquesta petita carta d'homenatje al Nanking, que en en realitat és a Jaume i als que varen fer aquest somni possible durant tants d'anys posant-hi l'esperit, és perquè aquest restaurant era un testimoni de la nostra ciutat d'una Eivissa de veïns, famílies, gent coneguda, d'una manera de viure i estar a la vida.

Et mereixes aquest descans. Potser no hi contaves, però tu, el teu equip de treball i el vostre restaurant heu format part de la vida dels eivissencs durant molts d'anys, és per això que la tristor que sentim es barreja amb l'agraiment.

Gràcies Jaume, per tot.

Joan Escandell Salvador.

jueves, 16 de junio de 2016

¿Qué tratamiento damos al sufrimiento psicológico?

En esta nueva entrada me gustaría reflexionar sobre un elemento conceptual que me parece muy básico, pero que gran parte de la psicología y de las concepciones del discurso imperante de hoy en día tal vez no tiene demasiado en cuenta, al precio de no poder resolver aquello por lo que las personas sufren.

Actualmente se tiende a considerar desde muchos ángulos el malestar psicológico y sus síntomas (angustia, tristeza, apatía...) como disfunciones de algún mecanismo biológico de nuestro cuerpo, como trastornos perfectamente asimilables a otras enfermedades orgánicas, que apenas nada tienen que ver con el sujeto que las sufre, como una lotería en la que el nada tiene que ver. 

Si la biografía, la historia o la niñez del sujeto que sufre no tiene apenas nada que ver con estas "disfunciones"entonces no es necesario investigar nada ni preguntarse nada sobre uno mismo, por lo tanto estas son perfectamente resolubles por medio de alguna medicación o de algún manejo psicológico tendiente a suprimir este malestar y punto, como si se pudiera arrancar de cuajo.

El problema es que este procedimiento que no funciona. 

La química, aunque pueda aliviar, no hace más que esconder y sepultar algo que en cualquier otro momento de la vida puede volver a surgir, porque en realidad no se ha elaborado, no se "tratado", por lo tanto en última instancia no ha podido ser comprendido.


Mi enfoque y mi comprensión de la cuestión tiene que ver con el enfoque casi contrario. El sufrimiento y el padecimiento del sujeto está enraizado en su historia de una manera que le crea problemas. En este sentido será fundamental abrir todas las vías de investigación posibles de cara a que esta persona que sufre y nos pide ayuda pueda ir movilizando, descubriendo, abriendo, desvelando, y finalmente, modificando aquellos aspectos con los que tiene problemas y que le crean dificultades.

Evidentemente en este recorrido, la persona que consulta hace un importantísimo trabajo sobre si misma, que por momentos puede ser doloroso o incómodo, pero que tiene que ver con responsabilizarse se su propia existencia y limitaciones, algo que marca una dirección en el sentido de la responsabilidad y la ética personal de hacerse cargo.

Algo muy distinto de las soluciones "ilusorias" que la química plantea, a veces aliada con enfoques psicológicos que fantasean que el sufrimiento humano se puede simplemente suprimir, cortar, sin necesidad de una implicación del sujeto en la investigación de su sufrimiento.  

El recorrido a través de esta actitud ética y de responsabilización del sujeto en su propio sufrimiento será la clave en aras a que pueda advenir algo distinto en lugar de ese malestar.

Eso que nos venden -y nos creemos-

En nuestro recorrido por la vida, como seres sintientes, deseantes y pensantes, todos sabemos de los momentos de dolor, desconsuelo y sufrimiento que de alguna manera nos afectan en un u otro momento de nuestra existencia.

Por bien que nos planteemos hacer las cosas o por mucha energía, ilusión o formación que tengamos nada nos puede prevenir o asegurar de la incertidumbre estructural de la vida y de los momentos de dolor y sufrimiento que podrían acontecer en algún momento.

Estos principios o ideas sobre la vida, que parecen más o menos de sentido común, causan graves problemas a muchas personas que no han podido escribirlos como principios de ley en su propio interior a medida que se han ido constituyendo como personas.

Dichos principios, a establecer como renuncias a nuestras "ilusoriamente omnipotentes" capacidades, se empiezan a plantear por mediación de la función de los padres, y empiezan a limitar nuestro infantil y supuesto "poderlo todo" propio de esta etapa de la vida, para que podamos vivir de manera más o menos tranquila, asumiendo esas realidades de la vida menos fáciles como son el hecho de que la muerte espera a todos al final del camino o que el envejecimiento, la enfermedad, el dolor y el sufrimiento son  realidades que en algún momento nos afectarán. 

Aquí me gustaría establecer un paralelismo con los mensajes que nos llegan desde fuera, a nivel social, que parece que cada vez más están signados por que la felicidad total es a la vez un derecho y una obligación, lo "podemos todo" y lo podemos "ya"; en resumen, que una felicidad completa, instantánea y permanente es algo lógico para todas las personas, principalmente a través del consumo de objetos cada vez más tecnológicos y deslumbrantes que conforman auténticas "pantallas" con las que no vemos nuestras necesidades y anhelos más profundos, así como también nos desconectamos -quedan detrás de la pantalla- de aquellos aspectos de nosotros mismos que no cuadran con esa imagen pretendidamente ideal 

Es sencillo realizar una comparación entre este estado de cosas y el estado de la mente infantil, que en su construcción y su progreso necesita transitar por estas fases de "omnipotencia ilusoria" a medida que va madurando.

Respecto de mi propia profesión, creo que también algo de eso es necesario comentar acerca de esos enfoques que ofrecen, en muy poco tiempo soluciones muy definitivas para problemas complejos, me planteo si no es algo emparentado con ese imaginario anhelo infantil de poderlo todo...ya que el tiempo y la solución, va a ser la propia y particular de cada persona.

¿Necesitamos como profesionales garantizar la felicidad de las personas que nos consultan de acuerdo a los estándares de lo que se considera felicidad -el consabido bienestar, wellness...-?
¿Es esa nuestra función? ¿Es lo que cada paciente quiere? En mi punto de vista, tal como yo lo veo, debe gobernarnos una ética de la escucha, de aquello que el sujeto desea, aun latiendo esos deseos en la más desconocido y profundo de si mismo, para que el los pueda escuchar y dirigirse allí hacia donde su deseo le marca, no hacia donde nosotros pensamos.

El hecho de que una persona pueda estar mejor conectada con sus humanas limitaciones y asumirlas de la manera más creativa posible, entendiendo mejor hacia donde quiere dirigirse, quizás no venda tanto ni suene tan rimbombante como haber logrado la plena felicidad de aquel que nos consulta, pero me parece un objetivo humano y psicológico de primerísimo orden.

miércoles, 8 de junio de 2016

Sobre la angustia -III-

Quisiera iniciar esta tercera entrega en la que me vengo refiriendo al síntoma psicológico por antonomasia: la angustia, que además designa en sus diferentes formas un malestar epidémico en nuestro tiempo.

En mi opinión, es especialmente importante que la persona que sufre y pide ayuda por que tiene angustia haga un recorrido muy particular. 

Ese particular recorrido, nada tiene que ver con sepultar, medicar, y tratar de alguna manera de esconder debajo de la alfombra o de deshacerse de esta angustia mediante procedimientos químicos u otros manejos, que en el fondo no resuelven aquello por lo cual la persona sufre: no van a las causas.

Este recorrido tiene que ver con que es necesario poder preguntar, abrir, cuestionar, desenvolver, investigar... que cuestiones personales están intrincadas con esta angustia. La angustia se hace presente porque existe una especie de nudo dentro de la persona, de diferentes hilos de su biografía, relaciones, vivencias, sentimientos que de alguna manera se han ido tejiendo en diferentes momentos de su historia (a veces están tejidos de una manera intrincada y compleja), y que necesitan de este proceso terapéutico para poder desanudarse.

Este recorrido va a permitir a la persona cambiar las coordenadas de esta angustia en orden de poder descubrir otras cosas distintas.

Es importante interrogar todo este malestar y angustia, aunque pensar en ello pueda implicar incomodidad y cierta dosis de sufrimiento: se trata precisamente de los efectos de estar en tratamiento. A veces, es necesario descubrir heridas ocultas, lo cual es doloroso para la persona, pero fundamental para que se vayan curando adecuadamente, en aras de que no molesten en el futuro.

Necesitamos de la angustia como guía y como brújula para ir acercándonos y desenredando ese nudo, por lo que, en mi opinión, los procedimientos que desde el primer momento pretendan eliminarla sin más, aunque lo hagan con mucha eficacia, no nos garantizan en absoluto que la persona haya podido realizar el recorrido que implica que esa angustia no vaya a volver a aparecer de la misma o de otra manera: ¿Hay algún aprendizaje sobre uno mismo en el hecho de tomarse una pastilla?

En un extremo tenemos esa angustia que nos mortifica e incluso nos paraliza, y en otro tenemos un aprendizaje sobre las causas de esa angustia y sobre nosotros mismos; hacer ese recorrido (absolutamente particular y diferente para cada uno) es el alma del tratamiento, en definitiva, un profundizar en nosotros mismos mucho más allá de lo habitual

El alivio irá llegando por la propia naturaleza del proceso que se va realizando, en el cual, la persona cada vez más va a ir tomando un rol más activo (muy distinto de tragarse una pastilla y excluir toda la subjetividad propia). Ello no quiere decir que no aparezcan momentos de dificultad, temas complejos... que deberán ir siendo planteados a medida que transcurre el proceso.

Cada persona irá inscribiendo sus tiempos en el proceso, es por ello que fijar dicho tiempo de antemano me parece algo que no tiene en cuenta la particularidad de cada uno y puede obstaculizar el proceso necesario: no podemos saber a priori si el proceso va a ser rápido o más lento: será el que cada uno necesite.

Es por ello que cuando estamos hablando de malestares que llevan acompañando mucho tiempo a la persona, y probablemente esta esté "harta" de tratar de ser positiva, asertiva, moderna, feliz... -y otras etiquetas que el discurso social pretende hacernos obligatorias- me parece difícil que se pueda elaborar ese malestar con unas pocas sesiones y con consejos que vienen del orden de lo racional o el sentido común.

Puede que tras largo tiempo de sufrimiento algo resuene ya en la persona respecto que lo que le ocurre no responde solo a lo consciente y al pensamiento -sino ya lo habría resuelto por ella misma-. Es necesario investigar en aquello que no es tan consciente, o que lleva mucho tiempo enterrado, relegado, suprimido, para poder ir dando con hilos importantes.

El resultado de este proceso es salir caminado de la propia cárcel, sabiendo que ha sido uno mismo quien ha abierto la puerta, después de atravesar las propias contradicciones, lo cual otorga un conocimiento de uno mismo muy especial, un sentirse con uno mismo diferente y otra perspectiva de la vida y de los otros.


miércoles, 1 de junio de 2016

Intentando vivir (dificultades de la juventud de hoy)

Creo que no hay proyecto o itinerario de vida que no esté marcado por la dificultad en alguna o en muchas de las fases de nuestro camino; todos hemos atravesado, atravesamos y atravesaremos vicisitudes y sufrimiento en nuestro trayecto hacia aquello que deseamos y que creemos que necesitamos y que queremos alcanzar.

Es utópico pensar que existe una manera de alcanzar las cosas, que las otorgue todas a la primera y con total facilidad. En mi opinión, eso no es algo susceptible de ser alcanzado por un ser humano, aunque por desgracia, el discurso actualmente imperante en la sociedad sea el de que lo podremos todo y que lo podremos desde ya.

Como decía, el sufrimiento, la dificultad, la espera... en la búsqueda de los que perseguimos, es algo plenamente humano, por suerte, evidentemente, ello acompañado por los logros que vamos alcanzando y por todas las cosas que aparecen en el camino y también nos ayudan a ir avanzando por el: "cuesta abajo un ratito, cuesta arriba después", así es la vida.

Hoy en día, en nuestra entorno socio-económico inmediato y también en el el marco social general, tenemos una serie de condicionantes que podemos catalogar como dificultades propias de la cohorte de jóvenes que sueñan con poder configurar un proyecto de vida propio: el empleo, la dificultad para independizarse, la carestía de la vivienda...

Los anteriormente mencionados son sin duda escollos importantes en la configuración de la hoja de ruta de la vida para las generaciones actuales, pero no hay que dejar de tener en cuenta que las generaciones anteriores no han estado exentas de sus propias dificultades en este sentido, y aunque hoy podamos desalentarnos ante lo que nos parece un muro insuperable, antaño han existido dificultades y barreras que tal vez eran más grandes objetivamente que las que podemos encontrar ahora.

En este sentido, la respuesta que podemos aportar cuando nos enfrentamos a estorbos y obstáculos que van más allá de lo que podemos resolver mediante nuestra voluntad de una manera rápida. tiene que ver con intentar vivir y perseguir nuestros objetivos, advertidos de que desde la noche de los tiempos el ser humano ha tenido impedimentos y dificultades para alcanzar sus deseos y realizar su trayectoria, con momentos de detención, desconsuelo, desconcierto, pero generalmente eso no ha sido un determinante definitivo para no poder llegar, alcanzar y lograr cosas valiosas en la vida, aunque hayan necesitado también de sacrificios importantes.

Por otra parte creo que es importante la queja, la reivindicación y el alzar la voz ante las condiciones de vida injustas y para encaminarnos a aquello que debería de funcionar mejor, no obstante hay que tener en cuenta que todas las generaciones han conocido de la injusticia y de las dificultades, y que estas no son un patrimonio exclusivo de los jóvenes de hoy. Es responsabilidad de todos el tratar de mejorar las condiciones socio-económicas para las generaciones futuras, así como reivindicar y protestar ante las injusticias que se pueden llegar a dar. 

A pesar de todo ello, la cruda realidad es que nadie más que nosotros para sacar adelante nuestra vida, y que en este sentido a veces es difícil, pero absolutamente imprescindible no desistir de la lucha hacia aquello que deseamos, aunque lo que logremos no sea exactamente tal y como esperábamos, con el tiempo puede cobrar más valor del que hubiéramos imaginado.

Ese no desistir y afrontar, marca la posibilidad de una trayectoria de la que más adelante y mucho más adelante podamos estar orgullosos aunque haya atravesado alguna etapa de cierta dificultad, a la par que luchamos por construir una colectividad mejor.

Muchas gracias.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Sobre la angustia -II-

Hoy en día los problemas relacionados con la ansiedad y con la angustia desbordan las consultas de los psicólogos o psiquiatras; son un mal que aumenta de manera significativa en nuestro tiempo.

Mi reflexión sobre el tema, es que la angustia y la ansiedad están muy relacionadas con la biografía de la persona, con lo que ha vivido y con lo que está viviendo actualmente. Es por ello, que de cara a poder hablar de curación es muy importante poder realizar (y que la persona pueda realizar con ayuda) una investigación y abrir una serie de preguntas y de interrogantes, a veces dolorosos en primer momento, sobre si misma.

Tal vez este itinerario no obtenga un alivio  tan instantáneo de la angustia, pero ofrece un recorrido para poder hacer algo con ella, que no se limite a aplacarla por diferentes procedimientos (químicos o no) que en el fondo no nos van a permitir desentrañar nada de su origen y su naturaleza.

Para poder dar lo que yo considero un tratamiento a la angustia siempre es necesario conocerla y explorarla, no sepultarla bajo medicamentos o procedimientos que de alguna manera la cortan, pero ello en nada nos asegura que no vaya a volver en el futuro o que aparezca de otra manera.

La angustia, por molesta e incómoda que sea (puede llegar a ser necesario combinar el tratamiento terapéutico con la medicación en alguna fase) es algo que hay que abrir para poder ir averiguando, desentrañando y deshaciendo los nudos de nuestra historia que la provocan.

Alguien puede sentirse muy angustiado por causas casi opuestas a las que angustian y mortifican a otra persona, el sufrimiento y sus causas son algo muy personal e idiosincrásico. Por eso mi opción no es la de los enfoques que implican una misma propuesta de tratamiento o de solución para todas las personas, cuando vemos que las causas de su sufrimiento pueden ser casi opuestas.

Una cosa es un alivio -temporal- de la ansiedad y otra muy distinta es poder hablar de una modificación, un aprendizaje dentro de la persona que ha permitido que esta angustia pase a ser otra cosa. En mi opinión muchos procedimientos que pueden ofrecer este alivio, pretenden que se trata de una curación, cuando para ello requeriremos de un procedimiento que vaya mucho más al fondo y la médula de la persona.

De manera general, nadie va a encontrar la curación otorgada por otro y desde fuera, es uno mismo, acompañado y guiado por una persona experta quien va moviendo los engranajes internos necesarios para el cambio:  más rápido o más lento, cada uno tiene su tiempo.

En los últimos tiempos proliferan decenas de procedimientos supuestamente terapéuticos de lo más variopinto y curioso que prometen rápidos y fantásticos progresos a las personas. Desde mi posición me pregunto si eso es posible o no es más bien ilusorio.

Opino que aquellos enfoques que se plantean como ultra-rápidos, de éxito asegurado, curación inmediata, cien por cien sencillos, que no implican a la persona cuestionarse cosas profundas y de calado... prometen cosas que muy difícilmente van a poder cumplir; casi diría yo que si la cuestión fuese tan sencilla como la pintan la propia persona consultante la habría resuelto por ella misma sin necesidad de pedir ayuda.

Más bien diría que este tipo de enfoques tienen que ver con no acabarse de meter en el fondo del asunto, como si fuera más bien una mano de pintura que una reforma integral, cuando una casa puede necesitar realmente una reparación importante.

El proceso de curación, lógicamente implica que la persona que pide ayuda porque sufre formula una demanda en forma de pregunta para saber que le está pasando; esa es la pregunta que hay que dejar abierta (aunque pueda ser por momentos molesta), y que será el inicio y el motor de los hilos de los que hay que ir tirando para encontrar cosas diferentes que no sean ese sufrimiento.

Por el camino aparecerán cosas distintas, y la posibilidad de llegar a otro lugar.
Quien no este dispuesto, en la medida de sus posibilidades y tiempos, a iniciar esta exploración, a involucrarse en las propias preguntas y respuestas, probablemente  se encuentre dando vueltas sin dirección sobre su malestar.

Saludos.

jueves, 19 de mayo de 2016

Los límites de lo racional

Si las personas fuésemos seres gobernados en nuestra totalidad por el pensamiento racional, es decir seres racionales, dudo que fenómenos masivos (como las guerras, la pobreza, las desigualdades extremas) e individuales (como el sufrimiento psicológico, las depresiones, la ansiedad, los conflictos y dificultades en las relaciones y en las familias) fueses tan frecuentes y tuviesen tanta importancia y repercusión como tienen en nuestra sociedad y en todo el orbe.

Mi impresión profesional y personal, es más bien que individual y socialmente, bajo una pátina de pretendida racionalidad en la que confiamos, escondemos todo lo que ni funciona a nivel individual ni tampoco lo hace a nivel social, hasta el punto que conseguimos apartarlo de nosotros y "no verlo". 

No ver determinadas realidades como son la incontrolabilidad y la incertidumbre de la vida o la presencia de determinadas realidades difíciles como son la certeza del envejecimiento, la enfermedad y la muerte para todos nosotros.

Muchos de estas partes de la vida no reconocidas no tienen que ver con la racionalidad y el sentido común, y no por escondernoslas desaparecen o dejan de operar, sino más bien se manifiestan en otros lados de manera impactante, horrorizándonos entonces por la manera en la cual la violencia, la desigualdad y la miseria afectan a muchos sectores de la humanidad, como si fingiéramos desconocer que en realidad son aspectos que provienen de todo cuanto rechazamos de nosotros mismos.

¿Qué tendrá que ver esto con cada uno de nosotros?

A este tendencia tan humana, que todos tenemos, para intentar de alguna manera "no ver" estas realidades difíciles, debemos sumarle que muchas veces nuestra pretendida racionalidad y confianza en el progreso y en la ciencia, se alía perversamente a esta disposición a "no querer ver" aquello que preferimos no ver: tratamientos médicos para parecer más jóvenes y renegar de nuestra verdadera condición, una lucha a muchos niveles por alargar la vida en contra de lo que la naturaleza dispone, producción de deslumbrantes objetos tecnológicos para la comunicación que al final nos mantienen comunicados (pero cada uno en su casa, sin la incertidumbre del contacto real) y aislados a la vez.

Dentro de nosotros opera lo racional, pero por debajo de ello y con mayor poder e influencia en nosotros operan otros registros que no tienen que ver con lo racional.

Es importante estar advertido de ello, para no caer en ingenuas simplificaciones y no desconocer un acercamiento más profundo a la verdad y a la realidad. Conocer los mecanismos irracionales que operan en  nosotros, que podemos intuir que tienen que ver con aquello que no "encaja bien" con esa idea de racionalidad -ponga aquí cada uno lo que se atreva a sospechar- nos sirve también para ser menos manipulables por argumentos e intereses simplistas y maniqueos en la medida que nuestro conocimiento se ancla en lo que no desconocemos de nosotros mismos.

No es por la parte racional por la que suceden las cosas que afectan en mayor medida a nuestra evolución personal y a la del mundo, si desconocemos toda esa parte no-racional, no podemos tratar de hacer algo con ella, aunque hacer algo con ella nos enfrente a reconocer nuestras limitaciones y a mirarnos en un espejo que tal vez no nos devuelva la imagen que siempre hemos querido ver, pero que tal vez no es la más real.

miércoles, 11 de mayo de 2016

Medio vivir/Miedo-a-vivir

Sin duda, ver pasar la vida no es lo mismo que vivirla en profundidad.

Ese vivir en profundidad implica moverse, y al salir del circuito de lo conocido, toparse con la incertidumbre del cambio y con cierto miedo, teniendo que asumir lo más constructivamente posible la estructural impotencia del ser humano para controlar los acontecimientos y el propio destino, lo que implica que pueden aparecer cosas difíciles en el camino -no que el camino vaya a ser siempre difícil-

En esta entrada quiero plantear que vivir de una manera abierta, estando dispuesto a perseguir, conseguir y a disfrutar de los éxitos, pero a la par aceptando la incertidumbre y las cosas difíciles que pueden venir implica una serie de riesgos y de dificultades, que no todo el mundo está dispuesto a asumir.

Una cosa es dejar pasar los días sumido en la rutina, en la cierta comodidad que da mantenerse en lo conocido -que se puede llegar a transformar en parálisis, por miedo a lo desconocido- y otra cosa es apostar, sostener, implicarse, luchar por las cosas que uno quiere o valora, sin saber a ciencia cierta que es lo que se va a poder conseguir y si va a ser tan gratificante como esperamos.

Vivir escuchando lo que deseamos internamente y tratando de sostener la búsqueda y consecución de todo eso puede implicar itinerarios y recorridos que en cierta medida se salgan de lo que otros pueden esperar, de lo que es costumbre... e incluso que pueden implicar fases áridas de esfuerzo e incomodidad.

Sí, para vivir hay que moverse, implicarse, mojarse, apostar y arriesgar, y a veces, sin tener demasiado claro cual será el resultado, si es que queremos estar la carrera de conseguir algo importante para nosotros.

En mi concepción, la vida es en parte una apuesta que supone un cierto riesgo, y quien no quiere hacerla o no quiere oír hablar de riesgos corre el gran peligro de ver pasar la vida instalado en mediovivir/miedoavivir, porque no hay nada (ni la ciencia, ni la economía ni la educación nos lo pueden brindar) que nos pueda asegurar que nuestra vida va a ser un trayecto sin dificultades y sin la aparición de cosas inesperadas. Lo que sí puede suceder es que quedemos encerrados en la pretensión de encontrar tal cosa, mientras la vida se nos escapa.

La vida incluye el miedo y la incertidumbre en ciertos momentos como ingredientes naturales, y no hay nada que nos pueda evitar que eso ocurra en cierta medida. No obstante estas fases más complejas pueden formar parte del recorrido y del movimiento para conseguir lo que verdaderamente anhelamos.

jueves, 5 de mayo de 2016

Sobre la angustia

Si algo saben aquellas personas que sufren o han sufrido momentos de angustia más o  menos intensa de manera regular, es que en esos momentos todo se bloquea y se tiñe de negro, con la sensación de que una amenaza terrible (muerte, enfermedad, locura) caerá sobre nosotros sin que nada podamos hacer.

Apenas sirven los consejos del estilo respirar, tratar de pensar con claridad... precisamente porque la angustia se siente como una losa, como una fuerza, como algo que nos aprieta en un sentido casi físico de desordenar nuestro pensamiento, a menudo incluso haciéndonos difícil respirar.

Aun así, es importante tener en cuenta una serie de consideraciones generales acerca de la angustia:

-Si la angustia se caracteriza por algo, es por la aparatosidad con la que aparece, en este sentido, es como si quedáramos cristalizados en el momento presente, revistiendo dicho momento una importancia y una gravedad que nos parece que no podemos superar. En este sentido hay que recordar que estos momentos en los que la angustia es fuerte o muy fuerte, no suelen durar mucho, y posteriormente hay espacios para recuperarse y en los que la presión y el temor disminuyen mucho. 

-Siempre está ahí por alguna causa o razón, a menudo oculta, por lo tanto es susceptible de poder elaborarse a nivel psicológico: la angustia tiene su lógica y sus motivos, aunque nosotros no le veamos ninguna. Es un síntoma, una manifestación de que algo no está yendo bien en nuestro interior, por lo tanto, precisamente su papel es alertarnos de que algo no va bien para que demos el paso de investigar que es lo que está pasando.

-Aunque suene paradójico, a veces el hecho de que la angustia sea muy intensa es una llamada de nuestra mente precisamente para que podamos abrir, cuestionar e historizar cosas de nuestro pasado que quizás son fundamentales para poder vivir mejor, y que si no aparecen por los gritos desesperados de nuestra angustia, jamás nos pararíamos a reparar en ello. 

-Por lo tanto, por mucho alivio instantáneo que nos provoque poder suprimir o esquivar esa angustia (con medicaciones, con técnicas más o menos diversas) nada nos dice que de esta manera hayamos podido resolver aquello conflictivo que la provoca y mantiene, y por lo tanto, que no vaya a surgir en el futuro de la misma manera o de otra distinta.  

-Es cierto que es incómoda y molesta, y aunque sea doloroso y difícil es necesario dar tiempo para poder investigar e ir encontrando las causas y condicionantes de esta angustia si es que es cierto que tenemos un deseo real de trascenderla y salir de ella, es por ello que el alivio instantáneo (vía medicación...) más que abrir y cuestionar aspectos de nosotros mismos a los que esta angustia está abrochada, cierra y obtura cualquier pregunta, con lo que queda cerrada la posibilidad de reseguir el hilo de nuestra historia e identidad que nos llevará a la resolución real de ese síntoma tan doloroso y molesto.

Saludos.

jueves, 28 de abril de 2016

Algunas leyes de la vida

En esta entrada me gustaría poder hacer algunos comentarios sobre aspectos que me parecen relevantes, fundamentales y que casi denominaría como leyes de la vida, y con las que no siempre estamos sintonizados o nos podemos sintonizar fácilmente, incluso a menudo estamos directamente en colisión  o enfrentados con ellas.

-No podemos acelerar las circunstancias de la vida, ni las buenas, ni las malas, aunque pensemos que "sabemos" como hacerlo: el pensar y el vivir no son del mismo orden, por lo que debemos vivir cosas, aunque a veces sintamos que nos gustaría evitarlas. El "a priori" no funciona para la vida; pensar que ya sabemos las cosas no nos exime de vivirlas y atravesarlas con sus aspectos fáciles o dolorosos.

-Un momento (bueno o doloroso) tiene diferentes lecturas, desde el lugar del tiempo y de la experiencia en que se observa: una experiencia que nos pareció terrible cuando la vivimos puede ir desgranando con el tiempo un potencial de cambio positivo importante. A menudo leídos posteriormente nos damos cuenta que esos momentos de tanto sufrimiento en realidad no solo fueron de sufrimiento, aunque eso haya captado toda nuestra atención.

-Existe una impotencia para controlar que sucederá en nuestra vida y cuales serán los acontecimientos, eso no quiere decir que no tengamos margen de maniobra ni seamos libres para poder elegir y movilizar aspectos importantes

-A menudo la intensidad emocional de un instante, capta toda la atención, le damos toda la importancia y oculta el sentido de la trayectoria que venimos realizando, es por ello que es importante, aunque a veces sea difícil, poder dar a los instantes su lugar adecuado, aunque los sintamos como muy intensos, para que con el tiempo puedan cobrar un significado más realista y verdadero.

-Muy habitualmente, cosas que serán esenciales para nuestra vida y nuestro desarrollo, aparecen de manera casual, lateralmente en nuestra cotidianidad o "de refilón", sin que estuvieran planificadas o pensábamos que pudieran aparecer. Solo cabe preguntarnos como ha aparecido en nuestra vida nuestro trabajo, nuestra pareja y otros aspectos que para nada estaban planificados.

-En la vida hay un lugar muy destacado para lo que no "acaba de cuadrar", lo sorprendente, lo que parece imposible, pero finalmente ocurre, tanto en el sentido positivo como, a veces, en el del sufrimiento. El ser humano posee la capacidad para ir dando sentido y ubicando en la propia trayectoria biográfica lo que nos va sucediendo.

Estas "leyes" que he mencionado configuran de alguna manera un hecho irrenunciable: la vida tiene su propia inercia, no totalmente conocida por nosotros, y es importante poder diferenciar, en aras a evitar un sufrimiento constante, que la vida no será nunca a medida de lo que a nosotros nos gustaría, sino que tiene su propio funcionamiento, con el que es importante que nos podamos sintonizar.

jueves, 21 de abril de 2016

Quedarse paralizado en la vida

Pretender un lugar en la vida que nos de una tranquilidad absoluta, una posición que nos garantice y certifique "que estaremos seguros a todos los efectos", que nada incómodo, doloroso, inesperado, puede aparecer, es un imposible, un imposible en el que lamentablemente muchas personas están encerradas desde tiempos muy remotos, sin poder escapar.

Por diferentes razones: por las posición que han tenido en su familia, por las relaciones paterno-filiales, por cuestiones de uno mismo, muchas personas quedan pegadas a esta idea de que podrán encontrar alguna vez un lugar en la vida, una posición, un saber, que les garantice estar afuera de los vaivenes, separaciones, cambios, imprevistos y sufrimientos, que implica el hecho de vivir.

Naturalmente esto es imposible, nada hay que nos pueda garantizar saber como se darán los acontecimientos, que pasará el día de mañana... no hay tampoco saber (teórico, técnico, médico o psicológico) que nos pueda garantizar de manera alguna que vamos a estar exentos del sufrimiento, que también acontece en la vida.

Lo cierto es que esta expectativa envenenada, de poder encontrar tal lugar en la vida, lleva a muchas personas a quedan paralizadas, atrofiadas, sin crecer, sintiéndose indefensas y sin atreverse a dar un paso fuera de ese "imaginario" lugar ideal, que en el fondo no es más que una cárcel que les limita y atrapa, un engaño, que con el falso pretexto de no sufrir solo consigue que las personas atrapadas en ella no puedan vivir y desarrollar lo que de manera natural podrían conseguir.

Sacrificar la vida y el propio potencial, quedar atrofiado a expensas de una ilusoria y falsa promesa de "seguridad total" con la que algún día, seguramente por razones justificadas en aquel momento, decidimos hipotecarnos a nosotros mismos y a nuestra capacidad de hacer, vivir y manifestarnos en el mundo.

Según para que personas, es un trabajo largo, laborioso, doloroso y que implica muchos cuestionamientos de elementos muy básicos para la persona, que necesita hacerlo acompañado de un profesional que haya recorrido ese mismo camino, y pueda ir guiando a pesar de los lógicos avatares que puedan surgir en el  camino de liberación de esa paradójica cárcel emocional en la que nosotros mismos nos encerramos en algún momento de nuestra vida, poniendo un cierre y un candado a nuestras posibilidades de vivir de una manera libre.

viernes, 15 de abril de 2016

Vivir

De mis reflexiones personales y profesionales sobre las posibilidades y el sentido de la terapia psicológica, pienso que una definición interesante es que esta cuando se lleva adelante de la manera adecuada y durante el tiempo adecuado, posibilita que las personas vivan.

A menudo consultan muchas personas que tienen diferentes dificultades con el hecho de vivir: personas que se sienten excluidas de la vida, personas que se sienten muertas en vida, personas que no se han podido construir una vida propia o que no viven su vida sino las de otras personas.

A menudo se intercalan muchas cosas complejas con la posibilidad de vivir. Vivir implica siempre cambios, incertidumbres -nadie puede controlar la vida y esto nos recuerda la radical impotencia del ser humano para controlar su destino, algo que llevamos mal, o muy mal en según que casos-, ganancias y pérdidas... que hacen que vivir y estar presente afrontando lo que traiga la propia vida se haga enormemente complicado para muchas personas y que uno mismo, desde los primeros años de la vida se construya cárceles mentales, se enrede en según que lugares más o menos al margen de la vida, al objeto de encontrar un imaginario lugar ideal donde todo estará seguro y no habrá riesgo.

Tristemente, la seguridad absoluta no existe, y uno hipoteca su vida en aras de algo que ni existió, ni existe, ni existirá en el futuro, y que no es más que el anhelo infantil de un lugar en el que estemos a resguardo y protegidos de todo, donde estén todas las respuestas y podamos lograr todo, sin incertidumbre ni dolor. Con esa esperanza, que no se puede cumplir, nos perdemos lo que de verdad la vida puede ofrecernos y aportarnos.

El vivir a que me refiero tiene que ver con poder afrontar las cosas buenas y malas que trae la vida, tener la capacidad de elaborar los duelos necesarios, poder implicarse y comprometerse con aquello que sea necesario, sin tener la seguridad de como será el recorrido y cuales serán los resultados: vivir de acuerdo a las reglas de la propia vida, que nadie puede cambiar.

El desbloqueo y desarrollo de estas posibilidades, aunque parten de la aceptación de las limitaciones de la vida y de la asunción de aquellas cosas que no se pueden lograr, trae la capacidad de disfrutar, del trabajo, de las relaciones y de diferentes elementos que la vida  puede ofrecer.

viernes, 8 de abril de 2016

Salir del hoyo: el agujero desde dentro.

Siempre que alguien está pasando un momento muy malo, con muchos síntomas de angustia, desesperación, inhibición y dificultad para sacar las cosas adelante, instalado en la impotencia, la paralización y el sufrimiento, es muy importante que a nivel terapéutico nos podamos ir preguntando en las causas más profundas, que más allá de las dificultades aparentes de la vida (problemas laborales, económicos, de relaciones...)  puede estar originando estos conflictos.

Este proceso de búsqueda y de investigación es fundamental, en tanto en cuanto vamos a encontrar conflictos, elementos, emociones, temas familiares,  e hilos de los que tirar en la historia del sujeto, bastante lejos del aspecto que muestran los síntomas del sufrimiento cotidiano de quien nos viene a consultar.

Ese es el material del que se forjaron los conflictos que aquejan y hacer sufrir, aunque se expresen en las circunstancias de  nuestra vida actual y en el panorama que tenemos actualmente. Ahora bien, este es un material, que podríamos llamar "conflictivo" que no se halla directa y fácilmente accesible en la mente consciente de la persona que sufre, por lo que se necesita de un dispositivo, un encuadre y una forma de hablar y expresarse (la asociación libre) que haga que el sujeto poco a poco, a través de sus asociaciones, sueños, lapsus y "equivocaciones" al hablar nos vaya dando esos elementos que buscamos, esas claves, palabras, asociaciones... de las cuales en ocasiones, el será consciente de su decir, y en otras las propias palabras de su psicoanalista serán las que le ayuden a ir rectificando su posición ante todo eso que le hace sufrir.

Como el lector podrá comprender este es un proceso donde la mente racional no gobierna el proceso (ni siquiera del lado del psicoanalista). En este caso se trata más bien de poder liberar, dar una significación nueva y distinta, que permita al sujeto vivir mejor, moviendo los sentidos y los elementos racionales que se hayan transformado en una pesada losa para el sujeto, como representaciones de él mismo con las que es insoportable vivir.

Es cierto también, y hay que decirlo, que el proceso de avanzar en este camino de liberación y de transformación interior, es un proceso a veces muy doloroso y difícil, en el cual se producen a menudo también algunos pasos atrás. Es necesaria una gran valentía para poder cuestionar determinados elementos muy sólidamente armados en la historia de la persona, aunque la suman en circunstancias personales difíciles; también es habitualmente muy complejo el poder cuestionar la influencia o las palabras dichas por otras personas muy importantes en nuestra vida en los momentos de constitución de nuestro ser.

En definitiva, quiero mostrar que el verdadero proceso terapéutico no es en absoluto un camino de rosas, por momentos también tiene momentos de dolorosos cuestionamientos, angustias propias de todo aquello que se está movilizando, incertidumbre y miedo ante que será lo nuevo que pueda surgir... En definitiva el complicado y difícil proceso de abrirse al cambio, para poder cambiar aquellas cosas que a la par que nos hacían sufrir, estábamos enganchados a ellas, para que puedan aparecer elementos nuevos, y también viejos, pero más auténticos y más nuestros.

Es por ello que quien tiene el valor de iniciar un tipo de trayectoria terapéutica desde el psicoanálisis, inicia una odisea donde se compromete con todo su ser y en este recorrido van a suceder y se van a modificar muchas cosas, de ahora, de antes, de cara a poder tener un lugar distinto para vivir en el que aflore la alegría y en el que cuando toque sufrir (que de eso alguna vez no nos libramos nadie) sepamos hacerlo de la manera más digna posible.

Entre el punto inicial y final de este recorrido van a suceder muchas experiencias que tocan lo humano y su límite, a veces con gran dolor, y a veces con gran alivio.

Es por ello que quien quiera realmente cambiar aquellas cosas que le hacen sufrir desde lo más hondo de si mismo, puede optar por un tipo de enfoque como este: es bien sabido que suele ser más largo, pero su objetivo es más ambicioso (la curación) que el de otorgar un mero alivio, que será siempre temporal.

Saludos.

Joan Escandell Salvador.
Psicólogo de la Clínica Iniciativas Médicas de Ibiza y Formentera


miércoles, 23 de marzo de 2016

Romper la cárcel emocional: empezar a caminar.

Crecer emocionalmente implica cambiar, no estar en un punto fijo, no quedarse para siempre en un lugar. Esto es muy problemático para muchas personas, las cuales pueden haber pasado muchos años de su vida aferradas a un determinado lugar en su familia, en el mundo, en la manera de relacionarse... entonces les aterra la posibilidad de perder eso, lo único que conocen, aunque implique poder crecer y desarrollarse.

Vemos así como muchas personas quedan aferradas a su propia cárcel mental, de la que les es dificilísimo moverse y a la que paradójicamente se aferran aunque les limita enormemente y les crea muchas dificultades a la hora de crecer, relacionarse, madurar, disfrutar... y conseguir muchas cosas importantes en la vida.

Empezar a cuestionar ese lugar tan unitario, tan seguro, y tan consolidado, pero en el fondo, tan perdido y tan poco cierto, implica un dolor, que puede llegar a ser importante: el de ir uno mismo clausurando, dando pasos y saliendo de esa cárcel, de ese búnker que hemos construido tan opaco y con la pretensión de que nos protegiera de todo y de todos, y que termina por alejarnos y excluirnos de la vida misma.

A veces esta cárcel mental está muy instalada dentro de la mente de uno mismo, siempre desde vivencias, sucesos y relaciones de tiempos remotos, y entonces cuesta mucho trabajo y esfuerzo poderse ir abriendo a otras posibilidades distintas que nos permitan una mayor libertad de vivencias y de acción, que nos ayuden a ir de alguna manera clausurando ese lugar imaginario (por lo perdido que está) de nuestra primera infancia, o que, al menos, nos permitan empezar a cuestionarlo aunque sea doloroso y difícil - y a veces largo- todo ese proceso.

Es lógico que quien siempre ha estado recluido, apegado, fijado durante muchos años, tratando de protegerse de todo y de todos, tenga dificultades para empezar a dar pasos por si mismo, y que de alguna manera sienta que ir cerrando y alejándose de ese lugar al que se siente pegado, adherido, es algo muy doloroso y difícil. Es por ello que es necesaria (para muchas personas) la ayuda de alguien que haya recorrido este camino de liberación interior, dado que es un pasaje, una travesía de las más importantes que podemos hacer en la vida de cara a dignificar nuestro recorrido por ella y a vivirla aprovechando sus posibilidades.

En el inicio del camino pueden aparecer angustias y miedos importantes, las que tal vez implican empezar a salir de ese cascarón y encontrarse de alguna manera con algunas cosas que uno teme, o que uno cree temer. Siguiendo por este camino, una tendrá que tomar decisiones, implicarse con la vida, comprometerse, luchar... Por ello es importante que estos momentos que pueden ser de angustias importantes, y de cierto bloqueo, no hagan imposible el camino que se está recorriendo, y que se pueda tener en cuenta que pueden aparecer, pero eso no obtura todo el trabajo de liberación interior, todo el recorrido, que estamos tratando de hacer, y que tan importante será para encontrar nuestras preguntas y respuestas fundamentales.

Joan Escandell Salvador.
Psicólogo de la clínica Iniciativas Médicas de Ibiza y Formentera.

viernes, 18 de marzo de 2016

Bajones

Llamamos bajones a aquellos períodos no demasiado extensos de tiempo en los que nos sentimos desanimados, tristes, decaídos, sin ganas de hacer cosas, incluso con ansiedad y angustia...

Esta es una experiencia habitual para muchas personas, incluso sin que nada externo haya pasado que nos de pistas para saber porque nos sentimos así.                

Los llamados bajones son una manera como lo más profundo y latente de nuestra vida psíquica se anuda con los sucesos del día a día para aparecer, a veces de una manera que nos causa, a menudo,  un profundo malestar.                                                              
Los bajones van de alguna manera unidos a la biografía y a las características de cada uno y a menudo sus causas van más por lo profundo de nuestro ser que por la superficie de las cosas externas que nos van sucediendo, aunque es cierto que también vienen influidos por aquellas cosas que vamos viviendo, que son las que hacen saltar algún tema de nuestro interior que no llevamos suficientemente bien.

Si pudiésemos ver y llegar a tocar porque nos dan estos bajones realmente nos sorprenderíamos de que sus causas son muy distintas de aquello que pensamos que los provoca, o se combinan factores externos con otros internos, que tenemos muy poco conocidos: los externos no los podemos controlar, por lo que lo importante será que nos centremos en aquellos internos que efectivamente podemos ir desentrañando porque únicamente tienen que ver con nosotros.

A menudo los bajones son más o menos malestares pasajeros, pero si se repiten mucho o son de una intensidad que impida la vida normal de la persona entonces puede ser importante iniciar un proceso de exploración y descubrimiento de que es lo que los causa. Es muy probable que al ir tirando del hilo nos demos cuenta de que esos síntomas que aparecían en forma de bajón tienen que ver con otras cosas distintas de las que nos pensábamos en un primer momento, y que a menudo están más intrincadas y anudadas de lo que intuíamos, por ello es importante concederse el tiempo necesario para ir desanudando y poniendo en otro lugar todo esto que hace sufrir en aras a poder cambiar el rumbo de la vida si fuese necesario.

Muchas veces los bajones nos orientan y nos ayudan a fijar las coordenadas de algo que no está yendo bien, es por ello que es importante y necesario poder darse el tiempo y el espacio mental y terapéutico necesario para ir cambiándolo, dado que difícilmente podremos hacer una inversión mejor que esta con nuestras vidas, en lo que tiene de ir cambiando y modificando aquello que no funciona o nos causa malestar o sufrimiento.

Las razones para la alegría y para disfrutar de la vida son algo muy personal y muy de cada uno, tanto como las razones para el sufrimiento y el malestar, por lo que para cada uno el tratamiento y la trayectoria para ir cambiando todo esto también será un recorrido personal y único.

Saludos.

martes, 8 de marzo de 2016

Turbulencias

Ante los cambios y situaciones nuevas, sobretodo ante aquellas que cambian de manera importante nuestras rutinas diarias, nuestros hábitos, rituales y aquellas cosas que nos dan seguridad, solemos sentir angustia. 

Es cierto que la angustia inicial es una fase muchas veces necesaria, en el proceso de irse adaptando a los cambios y a lo que implican, no obstante esta es una fase que suele durar mientras nos vamos asentando en los nuevos lugares y funciones que vamos ocupando.

Cuando más fijos e inmutables nos queramos mantener en nuestra manera de agarrarnos al mundo, cuantas menos cosas estemos dispuestos a cambiar de nosotros mismos en nuestra aventura y en nuestro trayecto por la vida, consecuentemente mayor será nuestra rigidez y más sufriremos por la dificultad en adaptarnos y en asumir que muchas veces la vida hace recorridos que no son lineales y que tienen diferentes etapas, y ello no quiere decir que no vayamos a hallar algo importante para nosotros o que no estemos satisfechos con lo que vamos realizando.

Una vida sin turbulencias es imposible, dado que nadie puede controlar el curso de los acontecimientos, por lo que empeñarse en que así sea no hará más que provocarnos en definitiva un mayor sufrimiento.

Es cierto, no obstante, que las turbulencias que vamos encontrando por el camino en forma de angustia son más aparatosas que reales, (la angustia se caracteriza por ser muy aparatosa) en tanto en cuanto después de un cierto tiempo, generalmente, un corto espacio de tiempo, vamos reencontrando nuestro equilibrio y nos vamos resituando frente a los cambios que hemos realizado.

Es la idea de la inmutabilidad y de que todo debe de ser igual y de que estaremos a salvo de cualquier angustia, la que nos hace encerrarnos de manera rígida en estructuras como cárceles mentales que nos van bloqueando nuestras posibilidades de crecer y hacernos fuertes e independientes.

Como en los vuelos en avión, las turbulencias forman parte de la vida, pero son más aparatosas que efectivamente peligrosas o graves, es por ello que todos estamos expuestos a ellas y que forman parte del camino, de hecho, no se pueden evitar por lo que es importante que nos acostumbremos a vivir con ellas, sabemos que suelen aparecer cuando hacemos cambios en nuestra vida.

Las turbulencias nunca han implicado que un viaje vaya a terminar mal, pero si que se esta "en el viaje", que quizás es lo más importante.

Saludos.

jueves, 3 de marzo de 2016

Cuando todo se mueve bajo nuestros pies: ¿Cómo lo tratamos?

Terremoto, crisis, ruptura... Son adjetivos a través de los cuales las personas intentan poner en palabras vivencias psicológicas dolorosas, imprevistas, duras incontrolables... que se salen de lo que estamos habituados a vivir.

Todos en un momento u otro enfrentamos aquello que se sale de lo "normal", que no controlamos, que nos sorprende, y que hace que todo lo que nos funcionaba hasta la fecha, no funcione.
En este sentido, una crisis, entendida como el momento en que surge un importante malestar psicológico, venga provocada por un fenómeno externo (separación, enfermedad, cambio imprevisto...) o venga directamente de nuestro interior sin que nada externo haya cambiado, siempre nos genera sensaciones muy doloras (a veces casi inaguantables) de angustia, desesperación, tristeza, incertidumbre...

Siendo cierto lo que comentaba anteriormente de la intensidad y lo difícil de transitar determinadas emociones (sobre todo aquellas que tienen que ver con la angustia), creo que el enfoque de tratar de reducir el malestar a toda cosa -incluso químicamente- sin poder plantear ningún cuestionamiento de porque determinada vivencia nos ha desequilibrado tanto, o de porque -y que significa para nosotros- determinada constelación de síntomas que ha emergido de nuestro interior;, es errado en el fondo, a pesar de atender y aliviar de manera inmediata el sufrimiento de las personas.

En este sentido, pienso que el tratamiento y la orientación psicológica tienen que poder poner un interrogante en el malestar que se siente, poniendo precisamente a la persona que lo sufre en disposición de realizar un recorrido personal que le permita cambiar cosas: si no hay preguntas, cuestionamientos, revisión de áreas de la vida (precisamente porque hay cosas que no encajan o se han desencajado) difícilmente habrá un cambio interno que parta de la persona consultante, que es el único que realmente puede llegar a curar. 

Si la opción del tratamiento es -solo- tragarse una pastilla, o suprimir determinados pensamientos y emociones y cambiarlos por otros "más correctos"-, sin poder abrir verdaderos cuestionamientos de temas muy centrales en la vida, es difícil que se den cambios verdaderos y profundos que puedan hacer otra cosa de este malestar; por otra parte, alivios, alivios hay muchos, y de muchos tipos, pero no tienen que ver con un trabajo real de progreso y maduración de la persona.

En este sentido, los problemas que suelen plantearse al trabajo como yo lo vislumbro tienen que ver con que este tipo de intervenciones suelen ser más largas en el tiempo (se trata de desanudar nudos a veces muy antiguos y consistentes) e implican una participación y una implicación distinta de la persona mucho más allá de hacer lo que se le ordena -o incluso de plantear que el profesional es el que tiene el saber de una manera monolítica y sin matiz-.

Efectivamente es un enfoque que implica que la persona se vaya movilizando, y eso puede tener incomodidades y algún dolor por el camino, pero se trata de dar la palabra a la persona para empoderarla y hacerla protagonista de su propia historia, dado que contemplamos que nuestros pacientes, siempre según sus propias posibilidades, tienen la capacidad para hacerlo. El prescribir, ordenar, sugestionar, pautar, enseñar, sin permitir al otro desplegar todas sus cosas es una manera de no tenerle en cuenta y no creer en sus verdaderas posibilidades.

viernes, 26 de febrero de 2016

Los tiempos de las personas.

Vivimos en un momento en el que se valora mucho -y se exige- la inmediatez en muchos ámbitos; la comunicación, la necesidad de satisfacción, e incluso la resolución de los problemas y malestares humanos.

Vivimos como si el tiempo fuera plano, como si no tuviera profundidad, y entonces casi se confunde y se solapa el momento de detectar y expresar una necesidad con el momento de resolverla, casi sin tiempo alguno de poder poner algo de pensamiento entre un polo y otro, y como si no fuera imprescindible -que lo es- ese tiempo de procesar y comprender que está pasando para ir pudiendo plantear una respuesta que sea propia y no venga dada de antemano (dada de antemano por un sistema social muy teñido de una presión consumista, en la que se puede "todo", y se puede "ya") 

En realidad me da la impresión que esos no son los tiempos propios de las personas para poder vivir de una manera plena, pienso que responden más bien a algo ilusorio; sería estupendo que no existiera malestar alguno, y que cada cosa que necesitamos se pudiera resolver casi incluso antes de que se manifestara dicha necesidad, pero algo dentro de todos nosotros sabe que eso no funciona así, y que más bien puede ser una manera de taponarnos con deslumbrantes objetos tecnológicos y de consumo que captan por breves momentos toda nuestra atención. 

El sistema no parece funcionar, dado que el malestar, los desencuentros entre parejas, las dificultades en las relaciones y en las familias, están a la orden del día... Más allá de esto creo que todos podemos detectar el rastro de las grandes desigualdades, injusticias y sufrimiento que acontecen aquí y allá, y que nos siguen mostrando cuanto de ilusorio tiene dicho sistema y lo poco que funciona.

También en el campo del sufrimiento humano abundan desde hace algún tiempo las "soluciones tecnológicas" que dejan de lado la historia de la persona que sufre en aras a una inmediata resolución del malestar, y que, por mi formación y experiencia, pienso que serían estupendas, pero también me pregunto si no tienen mucho también de ilusorio, más que de verdadera resolución de temas muy atascados en la persona: las personas necesitan de un cierto tiempo, diferente para cada uno y que no se puede determinar a priori, para ir resolviendo temas importantes que causan mucho malestar.

Las razones del sufrimiento son únicas, particulares y propias para cada persona. Es por ello que, en mi opinión y experiencia profesional, el acercamiento para resolverlo debe hacerse siempre desde dentro de la historia de la persona para poder ir comprendiendo y desentrañando las claves, que a menudo no aparecen en el primer momento.

La cárcel en la que se encierran muchas personas está hecha a medida de los propios miedos y características de cada uno, por lo que es privada e intransferible; aquello que una persona no puede resolver, y le causa mucho malestar y sufrimiento, resultaría irrelevante e incluso ilógico para otra persona, dado que las claves del sufrimiento y los síntomas de cada uno, como hemos dicho, están inscritos en la subjetividad de cada persona.

Hay preguntas y temas que el ser humano no resuelve de manera lineal y mucho menos instantánea: las relaciones con los otros, la sexualidad, lo inesperado, la muerte... sino que se va viviendo con ellos, tratando con ellos y refinando cada vez más las propias preguntas sobre estos temas, que quizás nadie pueda resolver totalmente, aunque ello no nos impide vivir y lograr cosas.

Desde mi aproximación profesional, pienso que hay que dar a cada uno el tiempo que necesite, poco o mucho, pero un tiempo más humano, que no tiene que ver con lo que nos imponen desde muchos lugares.

jueves, 18 de febrero de 2016

De perros y personas.

Es difícil de entender, visto desde fuera, el vínculo que se establece entre seres humanos y animales, especialmente entre seres humanos y perros, dada la gran profundidad, complicidad y extensión que llega a alcanzar este tipo de vínculo, que no es fácil de explicar en palabras.

La convivencia entre el ser humano y el perro data de al menos 30 milenios, de hecho el desarrollo y evolución de este animal ha ido paralelo a la evolución del ser humano durante esta largo período a bien de ser considerado como el mejor animal de compañía para el ser humano. 

Pienso que existen una serie de características propias de la gran mayoría de los perros que nos sorprenden y conmueven: su afecto y adhesión a sus amos son inquebrantables, no se quejan tal como lo hacen los humanos, aguantan el dolor o el hambre, parecen dar mucho en comparación con lo que reciben, jamás atacarían o harían nada en contra de sus amos, a menudo dan muestra de su sofisticada inteligencia en la manera como van conociendo de forma cada vez más profunda la manera de ser se sus amos.

No solo se trata de las muchas virtudes que tienen los perros, sino también de que función y que espacio vienen a llenar para sus dueños. A menudo compensan una dificultad en relacionarse de algunas personas ayudando a despertar la sensibilidad y afecto o ofrecen una gran compañía a personas mayores con poca compañía. Además de como animales de compañía, por si fuera poco, los perros prestan una ayuda impagable a personas discapacitadas, e incluso en diferentes organismos e instituciones. En los últimos años se está potenciando el uso en psicología de los perros y otros animales como agentes terapéuticos en patologías del desarrollo.

Tras años de compartir vivencias, momentos, de estar acompañando, aunque sea en silencio y en su rincón, a sus propietarios en los momentos de la vida alegres y tristes, se genera un vínculo muy sólido, que hace que el sufrimiento y la muerte de estos animales afecte en gran medida a sus amos, dado que son considerados miembros de la familia.

La relación de un perro con su propietario no deja de ser algo que tiene un tinte bastante particular "de ese perro y de ese propietario en concreto"; cada propietario con su perro tiene sus rituales, momentos, juegos e incluso manías, absolutamente privados y propios, y que abarcan muchas vivencias de muchos tipos.

Después de 5, 10, 15, o más años con un perro, tanto animal como propietarios han ido cambiando y evolucionando con el tiempo. De manera habitual hemos tenido un perro durante todo su ciclo vital y hemos estado presentes en toda su vida, hasta el momento de su muerte, con el de testigo de nuestras idas, venidas: a menudo nos hemos enamorado, casado, formado una familia, mudado, despedido a familiares... con el perro de fondo.

Estos magníficos animales son testigos silenciosos (asumen sin opinar) y se suelen adaptar a todos los cambios de nuestra vida, es por ello que a menudo, después de tantos años de convivencia, aunque en muchos momentos su presencia no esté en un primer plano, cuando mueren sí que pasa al primer plano toda la tristeza y toda la gratitud que se siente hacia ellos, y nos damos cuenta de cuantas cosas hemos compartido y como de profundo es el vínculo que nos ha unido, y cuanto hemos cambiado juntos.

Es absolutamente necesario tratar a nuestro animal con enorme respeto, como nosotros quisiéramos ser tratados,  pero al límite que implica un perro no es un ser humano, y por lo tanto no hay que tratarlo como a una persona, porque  implica "no tratarle bien" en cierta manera, aunque haya quien no opine igual.

Saludos y disfrutad de vuestra mascota y todo lo que os puede aportar.