domingo, 16 de febrero de 2020

Sin sentir rabia no podemos vivir.

La rabia, una emoción tan absolutamente imprescindible como cualquier otra.
Hoy en día la gran mayoría de la gente entiende y conoce que todas las emociones y sentimientos son necesarios, y que no existen los sentimientos erróneos, equivocados o malos.
Siendo así, la rabia sigue teniendo "mala prensa" y leemos o nos aconsejan maneras de librarnos o descargarnos de una vivencia considerada nociva.
Desde mi experiencia la óptica difiere, en tanto en cuanto que, poder conectarse, experimentar y sentir la propia rabia, expresándola de manera adecuada, es absolutamente esencial para reducir el malestar.
La rabia seria como una letra de nuestro abecedario o una nota musical, sin ella hay cosas que no se pueden decir, sentir o expresarse y que permanecen reprimidas de manera que causan mucho sufrimiento; a menudo porque la rabia y aquello que la provoca está escondido y protegido de nuestra propia conciencia.
No contactar con nuestra propia rabia y darle el cauce que necesitemos -que no tiene porque ser dañino para los demás- , puede dar la impresión de que somos personas controladas o calmadas, pero a menudo implica un daño a uno mismo, en tanto en cuanto no se es capaz de descubrir y afrontar lo que uno siente, resolver lo mejor posible los propios conflictos y vivir de acuerdo a uno mismo.
A menudo lo que más rabia nos causa es aquello más escondido de nosotros mismos y que más nos cuesta asumir.
No ser capaz de conectarse con esa parte de uno mismo cuando es necesario, cuando estamos en una situación injusta, o cuando nos están tratando mal; a primera vista puede dar la impresión de que uno no se enfada nunca, pero nuestro interior puede hacernos saber de muchas maneras y a través de diferentes síntomas, que nuestra incapacidad de vivir nuestra propia rabia nos está causando mucho más dolor que he hecho de asumirla con humildad.