jueves, 16 de junio de 2016

¿Qué tratamiento damos al sufrimiento psicológico?

En esta nueva entrada me gustaría reflexionar sobre un elemento conceptual que me parece muy básico, pero que gran parte de la psicología y de las concepciones del discurso imperante de hoy en día tal vez no tiene demasiado en cuenta, al precio de no poder resolver aquello por lo que las personas sufren.

Actualmente se tiende a considerar desde muchos ángulos el malestar psicológico y sus síntomas (angustia, tristeza, apatía...) como disfunciones de algún mecanismo biológico de nuestro cuerpo, como trastornos perfectamente asimilables a otras enfermedades orgánicas, que apenas nada tienen que ver con el sujeto que las sufre, como una lotería en la que el nada tiene que ver. 

Si la biografía, la historia o la niñez del sujeto que sufre no tiene apenas nada que ver con estas "disfunciones"entonces no es necesario investigar nada ni preguntarse nada sobre uno mismo, por lo tanto estas son perfectamente resolubles por medio de alguna medicación o de algún manejo psicológico tendiente a suprimir este malestar y punto, como si se pudiera arrancar de cuajo.

El problema es que este procedimiento que no funciona. 

La química, aunque pueda aliviar, no hace más que esconder y sepultar algo que en cualquier otro momento de la vida puede volver a surgir, porque en realidad no se ha elaborado, no se "tratado", por lo tanto en última instancia no ha podido ser comprendido.


Mi enfoque y mi comprensión de la cuestión tiene que ver con el enfoque casi contrario. El sufrimiento y el padecimiento del sujeto está enraizado en su historia de una manera que le crea problemas. En este sentido será fundamental abrir todas las vías de investigación posibles de cara a que esta persona que sufre y nos pide ayuda pueda ir movilizando, descubriendo, abriendo, desvelando, y finalmente, modificando aquellos aspectos con los que tiene problemas y que le crean dificultades.

Evidentemente en este recorrido, la persona que consulta hace un importantísimo trabajo sobre si misma, que por momentos puede ser doloroso o incómodo, pero que tiene que ver con responsabilizarse se su propia existencia y limitaciones, algo que marca una dirección en el sentido de la responsabilidad y la ética personal de hacerse cargo.

Algo muy distinto de las soluciones "ilusorias" que la química plantea, a veces aliada con enfoques psicológicos que fantasean que el sufrimiento humano se puede simplemente suprimir, cortar, sin necesidad de una implicación del sujeto en la investigación de su sufrimiento.  

El recorrido a través de esta actitud ética y de responsabilización del sujeto en su propio sufrimiento será la clave en aras a que pueda advenir algo distinto en lugar de ese malestar.

Eso que nos venden -y nos creemos-

En nuestro recorrido por la vida, como seres sintientes, deseantes y pensantes, todos sabemos de los momentos de dolor, desconsuelo y sufrimiento que de alguna manera nos afectan en un u otro momento de nuestra existencia.

Por bien que nos planteemos hacer las cosas o por mucha energía, ilusión o formación que tengamos nada nos puede prevenir o asegurar de la incertidumbre estructural de la vida y de los momentos de dolor y sufrimiento que podrían acontecer en algún momento.

Estos principios o ideas sobre la vida, que parecen más o menos de sentido común, causan graves problemas a muchas personas que no han podido escribirlos como principios de ley en su propio interior a medida que se han ido constituyendo como personas.

Dichos principios, a establecer como renuncias a nuestras "ilusoriamente omnipotentes" capacidades, se empiezan a plantear por mediación de la función de los padres, y empiezan a limitar nuestro infantil y supuesto "poderlo todo" propio de esta etapa de la vida, para que podamos vivir de manera más o menos tranquila, asumiendo esas realidades de la vida menos fáciles como son el hecho de que la muerte espera a todos al final del camino o que el envejecimiento, la enfermedad, el dolor y el sufrimiento son  realidades que en algún momento nos afectarán. 

Aquí me gustaría establecer un paralelismo con los mensajes que nos llegan desde fuera, a nivel social, que parece que cada vez más están signados por que la felicidad total es a la vez un derecho y una obligación, lo "podemos todo" y lo podemos "ya"; en resumen, que una felicidad completa, instantánea y permanente es algo lógico para todas las personas, principalmente a través del consumo de objetos cada vez más tecnológicos y deslumbrantes que conforman auténticas "pantallas" con las que no vemos nuestras necesidades y anhelos más profundos, así como también nos desconectamos -quedan detrás de la pantalla- de aquellos aspectos de nosotros mismos que no cuadran con esa imagen pretendidamente ideal 

Es sencillo realizar una comparación entre este estado de cosas y el estado de la mente infantil, que en su construcción y su progreso necesita transitar por estas fases de "omnipotencia ilusoria" a medida que va madurando.

Respecto de mi propia profesión, creo que también algo de eso es necesario comentar acerca de esos enfoques que ofrecen, en muy poco tiempo soluciones muy definitivas para problemas complejos, me planteo si no es algo emparentado con ese imaginario anhelo infantil de poderlo todo...ya que el tiempo y la solución, va a ser la propia y particular de cada persona.

¿Necesitamos como profesionales garantizar la felicidad de las personas que nos consultan de acuerdo a los estándares de lo que se considera felicidad -el consabido bienestar, wellness...-?
¿Es esa nuestra función? ¿Es lo que cada paciente quiere? En mi punto de vista, tal como yo lo veo, debe gobernarnos una ética de la escucha, de aquello que el sujeto desea, aun latiendo esos deseos en la más desconocido y profundo de si mismo, para que el los pueda escuchar y dirigirse allí hacia donde su deseo le marca, no hacia donde nosotros pensamos.

El hecho de que una persona pueda estar mejor conectada con sus humanas limitaciones y asumirlas de la manera más creativa posible, entendiendo mejor hacia donde quiere dirigirse, quizás no venda tanto ni suene tan rimbombante como haber logrado la plena felicidad de aquel que nos consulta, pero me parece un objetivo humano y psicológico de primerísimo orden.

miércoles, 8 de junio de 2016

Sobre la angustia -III-

Quisiera iniciar esta tercera entrega en la que me vengo refiriendo al síntoma psicológico por antonomasia: la angustia, que además designa en sus diferentes formas un malestar epidémico en nuestro tiempo.

En mi opinión, es especialmente importante que la persona que sufre y pide ayuda por que tiene angustia haga un recorrido muy particular. 

Ese particular recorrido, nada tiene que ver con sepultar, medicar, y tratar de alguna manera de esconder debajo de la alfombra o de deshacerse de esta angustia mediante procedimientos químicos u otros manejos, que en el fondo no resuelven aquello por lo cual la persona sufre: no van a las causas.

Este recorrido tiene que ver con que es necesario poder preguntar, abrir, cuestionar, desenvolver, investigar... que cuestiones personales están intrincadas con esta angustia. La angustia se hace presente porque existe una especie de nudo dentro de la persona, de diferentes hilos de su biografía, relaciones, vivencias, sentimientos que de alguna manera se han ido tejiendo en diferentes momentos de su historia (a veces están tejidos de una manera intrincada y compleja), y que necesitan de este proceso terapéutico para poder desanudarse.

Este recorrido va a permitir a la persona cambiar las coordenadas de esta angustia en orden de poder descubrir otras cosas distintas.

Es importante interrogar todo este malestar y angustia, aunque pensar en ello pueda implicar incomodidad y cierta dosis de sufrimiento: se trata precisamente de los efectos de estar en tratamiento. A veces, es necesario descubrir heridas ocultas, lo cual es doloroso para la persona, pero fundamental para que se vayan curando adecuadamente, en aras de que no molesten en el futuro.

Necesitamos de la angustia como guía y como brújula para ir acercándonos y desenredando ese nudo, por lo que, en mi opinión, los procedimientos que desde el primer momento pretendan eliminarla sin más, aunque lo hagan con mucha eficacia, no nos garantizan en absoluto que la persona haya podido realizar el recorrido que implica que esa angustia no vaya a volver a aparecer de la misma o de otra manera: ¿Hay algún aprendizaje sobre uno mismo en el hecho de tomarse una pastilla?

En un extremo tenemos esa angustia que nos mortifica e incluso nos paraliza, y en otro tenemos un aprendizaje sobre las causas de esa angustia y sobre nosotros mismos; hacer ese recorrido (absolutamente particular y diferente para cada uno) es el alma del tratamiento, en definitiva, un profundizar en nosotros mismos mucho más allá de lo habitual

El alivio irá llegando por la propia naturaleza del proceso que se va realizando, en el cual, la persona cada vez más va a ir tomando un rol más activo (muy distinto de tragarse una pastilla y excluir toda la subjetividad propia). Ello no quiere decir que no aparezcan momentos de dificultad, temas complejos... que deberán ir siendo planteados a medida que transcurre el proceso.

Cada persona irá inscribiendo sus tiempos en el proceso, es por ello que fijar dicho tiempo de antemano me parece algo que no tiene en cuenta la particularidad de cada uno y puede obstaculizar el proceso necesario: no podemos saber a priori si el proceso va a ser rápido o más lento: será el que cada uno necesite.

Es por ello que cuando estamos hablando de malestares que llevan acompañando mucho tiempo a la persona, y probablemente esta esté "harta" de tratar de ser positiva, asertiva, moderna, feliz... -y otras etiquetas que el discurso social pretende hacernos obligatorias- me parece difícil que se pueda elaborar ese malestar con unas pocas sesiones y con consejos que vienen del orden de lo racional o el sentido común.

Puede que tras largo tiempo de sufrimiento algo resuene ya en la persona respecto que lo que le ocurre no responde solo a lo consciente y al pensamiento -sino ya lo habría resuelto por ella misma-. Es necesario investigar en aquello que no es tan consciente, o que lleva mucho tiempo enterrado, relegado, suprimido, para poder ir dando con hilos importantes.

El resultado de este proceso es salir caminado de la propia cárcel, sabiendo que ha sido uno mismo quien ha abierto la puerta, después de atravesar las propias contradicciones, lo cual otorga un conocimiento de uno mismo muy especial, un sentirse con uno mismo diferente y otra perspectiva de la vida y de los otros.


miércoles, 1 de junio de 2016

Intentando vivir (dificultades de la juventud de hoy)

Creo que no hay proyecto o itinerario de vida que no esté marcado por la dificultad en alguna o en muchas de las fases de nuestro camino; todos hemos atravesado, atravesamos y atravesaremos vicisitudes y sufrimiento en nuestro trayecto hacia aquello que deseamos y que creemos que necesitamos y que queremos alcanzar.

Es utópico pensar que existe una manera de alcanzar las cosas, que las otorgue todas a la primera y con total facilidad. En mi opinión, eso no es algo susceptible de ser alcanzado por un ser humano, aunque por desgracia, el discurso actualmente imperante en la sociedad sea el de que lo podremos todo y que lo podremos desde ya.

Como decía, el sufrimiento, la dificultad, la espera... en la búsqueda de los que perseguimos, es algo plenamente humano, por suerte, evidentemente, ello acompañado por los logros que vamos alcanzando y por todas las cosas que aparecen en el camino y también nos ayudan a ir avanzando por el: "cuesta abajo un ratito, cuesta arriba después", así es la vida.

Hoy en día, en nuestra entorno socio-económico inmediato y también en el el marco social general, tenemos una serie de condicionantes que podemos catalogar como dificultades propias de la cohorte de jóvenes que sueñan con poder configurar un proyecto de vida propio: el empleo, la dificultad para independizarse, la carestía de la vivienda...

Los anteriormente mencionados son sin duda escollos importantes en la configuración de la hoja de ruta de la vida para las generaciones actuales, pero no hay que dejar de tener en cuenta que las generaciones anteriores no han estado exentas de sus propias dificultades en este sentido, y aunque hoy podamos desalentarnos ante lo que nos parece un muro insuperable, antaño han existido dificultades y barreras que tal vez eran más grandes objetivamente que las que podemos encontrar ahora.

En este sentido, la respuesta que podemos aportar cuando nos enfrentamos a estorbos y obstáculos que van más allá de lo que podemos resolver mediante nuestra voluntad de una manera rápida. tiene que ver con intentar vivir y perseguir nuestros objetivos, advertidos de que desde la noche de los tiempos el ser humano ha tenido impedimentos y dificultades para alcanzar sus deseos y realizar su trayectoria, con momentos de detención, desconsuelo, desconcierto, pero generalmente eso no ha sido un determinante definitivo para no poder llegar, alcanzar y lograr cosas valiosas en la vida, aunque hayan necesitado también de sacrificios importantes.

Por otra parte creo que es importante la queja, la reivindicación y el alzar la voz ante las condiciones de vida injustas y para encaminarnos a aquello que debería de funcionar mejor, no obstante hay que tener en cuenta que todas las generaciones han conocido de la injusticia y de las dificultades, y que estas no son un patrimonio exclusivo de los jóvenes de hoy. Es responsabilidad de todos el tratar de mejorar las condiciones socio-económicas para las generaciones futuras, así como reivindicar y protestar ante las injusticias que se pueden llegar a dar. 

A pesar de todo ello, la cruda realidad es que nadie más que nosotros para sacar adelante nuestra vida, y que en este sentido a veces es difícil, pero absolutamente imprescindible no desistir de la lucha hacia aquello que deseamos, aunque lo que logremos no sea exactamente tal y como esperábamos, con el tiempo puede cobrar más valor del que hubiéramos imaginado.

Ese no desistir y afrontar, marca la posibilidad de una trayectoria de la que más adelante y mucho más adelante podamos estar orgullosos aunque haya atravesado alguna etapa de cierta dificultad, a la par que luchamos por construir una colectividad mejor.

Muchas gracias.