A diario atravesamos múltiples estados emocionales, podriamos decir que diferentes momentos dentro de un estado de ánimo normal: micro-tristezas, micro-enfados, micro-momentos de euforia... esto es habitual para todo el mundo y obedece al normal discurrir de la compleja vida psíquica de las personas.
Ahora bien, en ocasiones de nuestra vida nos encontramos con un sentimiento/estado de ánimo persistente, que si bien, no es muy intenso, nos acompaña a menudo, sin que sepamos muy bien que hacer con el, y que vivimos casi como algo ajeno a nosotros, por ejemplo; una tristeza inexplicable al ver a determinadas pesonas, una sensación de ira al encontrarnos en situaciones concretas, el rechazo o la sensación de apatía a la hora de realizar determinadas tareas o ocupaciones habituales...
Estos estados siempre tienen que ver con como estamos nostros por dentro, con las cosas que nos pasan, con nuestros cambios internos, con los cambios externos... Es usual que estos estados provengan de sentimientos que nos harían plantearnos algunos aspectos de nuestras vida, de nuestras relaciones, de nuestro estar en el mundo etc.
Las personas habitualmente nos resistimos a los cambios, aunque traigan algo bueno, o aunque sean necesarios para nuestra evolución personal y psicológica, y es aquí cuando encuentran sus explicación estos estados emocionales incomprensibles que comentábamos más arriba: Solemos ahogar nuestras necesidades de cambio y evolución en pos de una sacralizada estabilidad, pero con ello no nos permitimos sentir y comprobar que necesitaríamos para seguir evolucionando, y es entonces cuando estas necesidades de conexión con nostros mismos y con lo que necesitamos y sentimos, al ser desoídas, suelen aparecer en formas de síntomas que no entendemos.
La psicología ayuda al proceso de reconexión personal para retomar el propio camino.
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