La entrada de hoy quiero utilizarla para hablar acerca de algo, que a menudo, en lo más profundo de nosotros, determina nuestro trayecto por la vida, nuestros éxitos y fracasos, sin que seamos conscientes de ello en absoluto.
En muchas personas, existen muy importantes sentimientos de culpa inconscientes, referidos a las figuras, vivencias, situaciones de su primera infancia, que han sido reprimidos, apartados de la mente consciente, pero no por ello dejan de tener efectos muy importantes, determinantes y complejos (a menudo también curiosos) sobre la vida y el destino de la persona en cuestión.
Sucede con muchas de las cosas más difíciles, aquellas que nos afectan de manera más profunda: están ahí desde hace mucho tiempo, pero permanecen "invisibles", porque son aspectos que en su momento han provocado mucho sufrimiento, por lo que han tenido que quedar escondidos y lo más alejados posible de nuestra consciencia. El efecto de esta represión, que nos hace no recordar acontecimientos vitales de nuestra vida, si bien aleja de nuestra mente el sufrimiento que estas vivencias provocan, al estar escondidas, pero no resueltas, continúan ejerciendo sus efectos, muchas veces muy intensos y de manera muy indirecta en diferentes ámbitos de la vida de la persona, la cual queda sometida y alienada a los dictados de poderosos complejos inconscientes que le hacen cometer errores y le provocan finalmente mayor sufrimiento; por lo tanto quedando la persona con una menor libertad personal de decisión y elección.
Muy a menudo la expresión de estos sentimientos de culpa inconscientes tiene que ver con el temor y la necesidad interior de ser castigados por algo que aunque no recordemos, sentimos que hemos hecho mal, y que a menudo se refleja en el fracaso personal en diferentes ámbitos de la vida, en miedos incomprensibles, en inhibiciones, en angustias...
Esto se observa de manera muy gráfica en aquellas personas "que fracasan cuando triunfan", es decir, aquellos que sufren y se ponen mal, precisamente cuando consiguen cosas buenas y cambios positivos. Este avance positivo genera un desequilibrio entre cuestiones que estaban más o menos compensadas de alguna manera, pero no resueltas, cuyo estatus cambia cuando se produce un cambio, a priori positivo, que hace que esa culpabilidad y necesidad de castigo por algo no resuelto, tome el mando y determine el malestar, el sufrimiento y el fracaso de la persona.
Es por esto que es tan importante una mirada profunda que ayude a resolver este tipo de situaciones complejas y escondidas que a menudo condicionan o directamente determinan las vicisitudes del trayecto por la vida de una persona.
No es en absoluto positivo ni beneficioso esconder lo más profundamente que se pueda el material radiactivo de nuestras vivencias y emociones, pero es cierto que a veces en la niñez uno no sabe como afrontar algunas cuestiones cruciales que vive, que si no se resuelven pueden ser una condena para la persona quien las lleva dentro sin resolver.
Siempre existe la posibilidad de iniciar un trabajo terapéutico de liberación de todas estas cuestiones.
Espero que os haya gustado.
Saludos.
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