jueves, 9 de julio de 2015

¿Es la felicidad una línea recta?

En los últimos tiempos, fruto de diferentes vivencias personales y profesionales, vengo preguntándome hasta que punto, la posibilidad de ser feliz, así como, en general, el desarrollo de las personas, puede darse en una continua, fija e inmodificable línea recta.

Desde luego que esto sería algo muy deseable: poder encontrar lo que uno desea y lo que le gustaría en los diferentes ámbitos (vocación, pareja, posicionamiento personal: y si puede ser todo a la vez..) y a partir de aquí seguir este guión cada vez mejor. Lamentablemente este planteamiento tan ideal, no me parece posible dentro de nuestras humanas posibilidades.

Si bien es fundamental poder encontrar lo que deseamos, dado que esa será la energía, el motor, que nos mueva en la vida, pienso que en la trayectoria de la experiencia humana se suceden diferentes fases, en las que tanto necesidades como deseos pueden cambiar, y lo más saludable y positivo es poder estar conectado con lo que uno desea y con las propias necesidades de cara a poder continuar con el propio desarrollo.

Es cierto que este cambiante panorama de las necesidades y deseos humanos, no nos impide comprometernos en proyectos (personales, familiares, laborales, sociales) duraderos, pero en mi opinión no pueden ni deben aprisionar ni bloquear la expresión y la capacidad de detectar nuevas necesidades o nuevas aspiraciones dentro de nosotros mismos. El poder estar cerca de lo que necesitamos y sentimos, a menudo cambiante, nos da la opción de poder realizar un trabajo de poner lo más de acuerdo posible la necesidad interna con la realidad y las posibilidades exteriores, lo que nos da mayores posibilidades de satisfacción.

No obstante, en algunas ocasiones, fruto de nuestro trayecto por la vida, de las cosas con las que nos vamos encontrando y de lo que vamos captando en nuestro interior, aparece la necesidad de plantearse cambios, giros en el camino, nuevos recorridos... que nos muestran que este panorama de lo que deseamos y necesitamos no puede ser tan fijo e inmutable por mucho que nos conozcamos a nosotros mismos: las necesidades y deseos cambian, la línea no es tan recta y está sujeta a menudo a la necesidad de nuevos cambios o ampliaciones -o correcciones- de rumbo. Esto puede generar miedo e incertidumbre dado que podemos sentir que aquello que nos gratificaba, nos agradaba y nos hacía sentir bien, ha dejado en cierta manera de ser así.

Si no escuchamos esa voz en nuestro interior que nos habla de la necesidad de plantearnos que deseamos y necesitamos hacer, en vista de que esto puede de alguna manera modificar nuestra realidad actual, cuestionar algunas cosas de nuestra vida, o chocar contra las expectativas de personas importantes para nosotros; es probable que nos encontremos con el sufrimiento y el malestar que genera tratar se seguir por la fuerza un camino que ya no nos está siendo satisfactorio como lo era anteriormente, y que nos habla de la necesidad de poder sentir y repensar que es lo que necesitamos en ese momento.

Me parece vital para el ser humano que pueda escuchar y seguir  las implicaciones de su propio deseo, aunque por el lado quizás contrario, también es muy cierto, que es importante dejar madurar la necesidad de hacer cambios y correcciones en el rumbo, hasta que se pueda sentir de una manera más profunda que eso es lo que se desea; es importante darse un tiempo interno para la escucha antes de decidir realizar cambios importantes, dado que hay cosas que pueden empezar a aparecer de una manera e ir tomando otro sentido: es decir, no sería tampoco cuestión de pasar de la rigidez y la inmutabilidad a la inconsistencia de ir haciendo giros y cambios cada vez que se topa con algo que puede tener que ver con el malestar o la incomodidad, que siempre son en alguna medida inevitables.

Se trata de servirse de uno mismo y de nuestras propias necesidades internas para irnos situando de una manera que como seres individuales, sexuales, familiares, laborales, sociales y espirituales nos permita mayores cotas de desarrollo y plenitud y eso nunca es en una línea perfectamente recta sin rectificaciones, correcciones, giros e incluso algunos quiebros, que conformarán nuestro recorrido por la vida.

Espero que lo disfrutéis.

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