En esta entrada me gustaría referirme y tratar de desarrollar una idea que quizás socialmente, de acuerdo a algunas tendencias, discursos y creencias actuales, no es compartida por todos, de acuerdo a las implicaciones que tiene y a lo que nos dice del funcionamiento de la mente de las personas.
Es la cuestión de que el desarrollo del ser humano se da de una manera en la cual las crisis, los momentos de ruptura, de sufrimiento, de necesidad, de reorientación, serían elementos maestros en la dirección de nuestra vida hacia lo que vamos necesitando, que bien puede ir cambiando de acuerdo a como vamos evolucionando como personas.
Los momentos de crisis, aunque dolorosos, vendrían a ser como los pliegues de nuestra vida, en este caso momentos donde se concentran muchas cosas (algunas acaban, otras empiezan, se pierden referencias, hay desorientación...), a menudo momentos muy dolorosos, pero cuya aparición no es fruto del azar, sino que aparecen para que la persona que los sufre pueda hacer todo un trabajo de indagación y cuestionamiento, y sobretodo de reorientación de aspectos importantes de la vida, para ver de que manera y en que dirección continuar, modificar el rumbo...
En mi opinión, actualmente existe un énfasis en aspectos como el disfrute, el consumo, la falta de límites respecto de lo que se podrá conseguir... que dan una idea de lo que se puede aproximar al objetivo en la vida de las personas tiene que ver con experimentar el mayor placer posible de la manera más inmediata posible, casi sin espacio para pensar. Esto cada vez más asociado a la lógica consumista, que nos va influenciando a todos y marcando necesidades, deseos... y nos hace picar el anzuelo de que nuevos objetos o adquisiciones son las que, en algún momento, finalmente, nos harán completamente felices.
Pienso que este es solo un aspecto superficial de aquello que implicaría vivir de una manera comprometida con nosotros mismos y con la vida misma. Para mi, un posicionamiento distinto, o complementario, tiene que ver con poder plantearse y replantearse cuando sea necesario, las grandes preguntas de la vida, aunque las respuestas no estén disponibles desde el primer momento, y sobretodo, aunque estas respuestas nos hagan replantearnos y poner en cuestión cosas importantes, y todo ello sea doloroso en un primer momento.
Pienso que de este trabajo de indagación se suele producir el hecho de que quizás descubramos que no estamos tan conformes con cuestiones que nos vienen impuestas desde fuera y puede que queramos desarrollar alguna perspectiva propia acerca de diferentes aspectos, incluso aunque pueda parecer que no todo el mundo va a compartir estos posicionamientos propios o va a pensar igual.
Fruto también de este trabajo está la cuestión de si lo que estamos haciendo en la vida es lo que nos hace felices y nos mueve. Podemos temer que la respuesta implique cambios que pensamos a priori que van a ser dolorosos, pero precisamente estar en contacto con nuestro interior es lo que puede darnos el margen para tratar de hacer el ajuste con la mayor creatividad posible y tratando de integrar responsabilidades y compromisos con aquello que realmente deseamos y que nos mueve a vivir y desear.
Tal vez un aspecto importante sea que cuando aparece el dolor, la angustia, el malestar, poder plantearse que es necesario abrir y revisar aspectos (más o menos importantes, más o menos generales) de nuestra vida, tomando estos síntomas dolorosos como brújula de que hay alguna cosa que ya no está funcionando bien. Opino que el perseguir estos síntomas, tratar de aplastarlos o de extirparlos (con medicaciones, técnicas para librarse de determinados pensamientos...), si bien puede apaciguar de manera inicial a la persona o tranquilizarla de manera muy eficaz, nada nos dice acerca de lo que interiormente está pasando, y no es descabellado pensar que lo que no ha podido ser escuchado y tenido en cuenta aparezca de otras maneras en el futuro, que pueden ser más complejas, e incluso más dolorosas.
Es por ello que ante el dolor, la perplejidad, la incertidumbre, la pérdida de sentido, la dificultad para agarrarse a lo conocido que ha dejado de funcionar, que puede acontecer en los momentos de crisis personal y vital, me parece muy importante poder acompañar a la persona para que ella misma vaya siendo capaz de abrir todo aquello acerca de lo cual sea muy importante poder sentir y pensar, aunque implique cambios, que seguramente proporcionarán lugares mejores para la vida que en la etapa anterior.
Es cierto que a veces las crisis se presentan de una manera abrumadora, casi catastrófica, pero es cierto también, que a menudo, sin predecirlo, controlarlo o esperarlo, podemos concluir tiempo después, que una crisis dolorosa ha traído algo a nuestra vida que ha resultado y es fundamental, y que tal vez no habríamos encontrado.
Muchas gracias.
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