Hoy en día los problemas relacionados con la ansiedad y con la angustia desbordan las consultas de los psicólogos o psiquiatras; son un mal que aumenta de manera significativa en nuestro tiempo.
Mi reflexión sobre el tema, es que la angustia y la ansiedad están muy relacionadas con la biografía de la persona, con lo que ha vivido y con lo que está viviendo actualmente. Es por ello, que de cara a poder hablar de curación es muy importante poder realizar (y que la persona pueda realizar con ayuda) una investigación y abrir una serie de preguntas y de interrogantes, a veces dolorosos en primer momento, sobre si misma.
Tal vez este itinerario no obtenga un alivio tan instantáneo de la angustia, pero ofrece un recorrido para poder hacer algo con ella, que no se limite a aplacarla por diferentes procedimientos (químicos o no) que en el fondo no nos van a permitir desentrañar nada de su origen y su naturaleza.
Para poder dar lo que yo considero un tratamiento a la angustia siempre es necesario conocerla y explorarla, no sepultarla bajo medicamentos o procedimientos que de alguna manera la cortan, pero ello en nada nos asegura que no vaya a volver en el futuro o que aparezca de otra manera.
La angustia, por molesta e incómoda que sea (puede llegar a ser necesario combinar el tratamiento terapéutico con la medicación en alguna fase) es algo que hay que abrir para poder ir averiguando, desentrañando y deshaciendo los nudos de nuestra historia que la provocan.
Alguien puede sentirse muy angustiado por causas casi opuestas a las que angustian y mortifican a otra persona, el sufrimiento y sus causas son algo muy personal e idiosincrásico. Por eso mi opción no es la de los enfoques que implican una misma propuesta de tratamiento o de solución para todas las personas, cuando vemos que las causas de su sufrimiento pueden ser casi opuestas.
Una cosa es un alivio -temporal- de la ansiedad y otra muy distinta es poder hablar de una modificación, un aprendizaje dentro de la persona que ha permitido que esta angustia pase a ser otra cosa. En mi opinión muchos procedimientos que pueden ofrecer este alivio, pretenden que se trata de una curación, cuando para ello requeriremos de un procedimiento que vaya mucho más al fondo y la médula de la persona.
De manera general, nadie va a encontrar la curación otorgada por otro y desde fuera, es uno mismo, acompañado y guiado por una persona experta quien va moviendo los engranajes internos necesarios para el cambio: más rápido o más lento, cada uno tiene su tiempo.
En los últimos tiempos proliferan decenas de procedimientos supuestamente terapéuticos de lo más variopinto y curioso que prometen rápidos y fantásticos progresos a las personas. Desde mi posición me pregunto si eso es posible o no es más bien ilusorio.
Opino que aquellos enfoques que se plantean como ultra-rápidos, de éxito asegurado, curación inmediata, cien por cien sencillos, que no implican a la persona cuestionarse cosas profundas y de calado... prometen cosas que muy difícilmente van a poder cumplir; casi diría yo que si la cuestión fuese tan sencilla como la pintan la propia persona consultante la habría resuelto por ella misma sin necesidad de pedir ayuda.
Más bien diría que este tipo de enfoques tienen que ver con no acabarse de meter en el fondo del asunto, como si fuera más bien una mano de pintura que una reforma integral, cuando una casa puede necesitar realmente una reparación importante.
El proceso de curación, lógicamente implica que la persona que pide ayuda porque sufre formula una demanda en forma de pregunta para saber que le está pasando; esa es la pregunta que hay que dejar abierta (aunque pueda ser por momentos molesta), y que será el inicio y el motor de los hilos de los que hay que ir tirando para encontrar cosas diferentes que no sean ese sufrimiento.
Por el camino aparecerán cosas distintas, y la posibilidad de llegar a otro lugar.
Quien no este dispuesto, en la medida de sus posibilidades y tiempos, a iniciar esta exploración, a involucrarse en las propias preguntas y respuestas, probablemente se encuentre dando vueltas sin dirección sobre su malestar.
Saludos.
Mi reflexión sobre el tema, es que la angustia y la ansiedad están muy relacionadas con la biografía de la persona, con lo que ha vivido y con lo que está viviendo actualmente. Es por ello, que de cara a poder hablar de curación es muy importante poder realizar (y que la persona pueda realizar con ayuda) una investigación y abrir una serie de preguntas y de interrogantes, a veces dolorosos en primer momento, sobre si misma.
Tal vez este itinerario no obtenga un alivio tan instantáneo de la angustia, pero ofrece un recorrido para poder hacer algo con ella, que no se limite a aplacarla por diferentes procedimientos (químicos o no) que en el fondo no nos van a permitir desentrañar nada de su origen y su naturaleza.
Para poder dar lo que yo considero un tratamiento a la angustia siempre es necesario conocerla y explorarla, no sepultarla bajo medicamentos o procedimientos que de alguna manera la cortan, pero ello en nada nos asegura que no vaya a volver en el futuro o que aparezca de otra manera.
La angustia, por molesta e incómoda que sea (puede llegar a ser necesario combinar el tratamiento terapéutico con la medicación en alguna fase) es algo que hay que abrir para poder ir averiguando, desentrañando y deshaciendo los nudos de nuestra historia que la provocan.
Alguien puede sentirse muy angustiado por causas casi opuestas a las que angustian y mortifican a otra persona, el sufrimiento y sus causas son algo muy personal e idiosincrásico. Por eso mi opción no es la de los enfoques que implican una misma propuesta de tratamiento o de solución para todas las personas, cuando vemos que las causas de su sufrimiento pueden ser casi opuestas.
Una cosa es un alivio -temporal- de la ansiedad y otra muy distinta es poder hablar de una modificación, un aprendizaje dentro de la persona que ha permitido que esta angustia pase a ser otra cosa. En mi opinión muchos procedimientos que pueden ofrecer este alivio, pretenden que se trata de una curación, cuando para ello requeriremos de un procedimiento que vaya mucho más al fondo y la médula de la persona.
De manera general, nadie va a encontrar la curación otorgada por otro y desde fuera, es uno mismo, acompañado y guiado por una persona experta quien va moviendo los engranajes internos necesarios para el cambio: más rápido o más lento, cada uno tiene su tiempo.
En los últimos tiempos proliferan decenas de procedimientos supuestamente terapéuticos de lo más variopinto y curioso que prometen rápidos y fantásticos progresos a las personas. Desde mi posición me pregunto si eso es posible o no es más bien ilusorio.
Opino que aquellos enfoques que se plantean como ultra-rápidos, de éxito asegurado, curación inmediata, cien por cien sencillos, que no implican a la persona cuestionarse cosas profundas y de calado... prometen cosas que muy difícilmente van a poder cumplir; casi diría yo que si la cuestión fuese tan sencilla como la pintan la propia persona consultante la habría resuelto por ella misma sin necesidad de pedir ayuda.
Más bien diría que este tipo de enfoques tienen que ver con no acabarse de meter en el fondo del asunto, como si fuera más bien una mano de pintura que una reforma integral, cuando una casa puede necesitar realmente una reparación importante.
El proceso de curación, lógicamente implica que la persona que pide ayuda porque sufre formula una demanda en forma de pregunta para saber que le está pasando; esa es la pregunta que hay que dejar abierta (aunque pueda ser por momentos molesta), y que será el inicio y el motor de los hilos de los que hay que ir tirando para encontrar cosas diferentes que no sean ese sufrimiento.
Por el camino aparecerán cosas distintas, y la posibilidad de llegar a otro lugar.
Quien no este dispuesto, en la medida de sus posibilidades y tiempos, a iniciar esta exploración, a involucrarse en las propias preguntas y respuestas, probablemente se encuentre dando vueltas sin dirección sobre su malestar.
Saludos.