jueves, 19 de mayo de 2016

Los límites de lo racional

Si las personas fuésemos seres gobernados en nuestra totalidad por el pensamiento racional, es decir seres racionales, dudo que fenómenos masivos (como las guerras, la pobreza, las desigualdades extremas) e individuales (como el sufrimiento psicológico, las depresiones, la ansiedad, los conflictos y dificultades en las relaciones y en las familias) fueses tan frecuentes y tuviesen tanta importancia y repercusión como tienen en nuestra sociedad y en todo el orbe.

Mi impresión profesional y personal, es más bien que individual y socialmente, bajo una pátina de pretendida racionalidad en la que confiamos, escondemos todo lo que ni funciona a nivel individual ni tampoco lo hace a nivel social, hasta el punto que conseguimos apartarlo de nosotros y "no verlo". 

No ver determinadas realidades como son la incontrolabilidad y la incertidumbre de la vida o la presencia de determinadas realidades difíciles como son la certeza del envejecimiento, la enfermedad y la muerte para todos nosotros.

Muchos de estas partes de la vida no reconocidas no tienen que ver con la racionalidad y el sentido común, y no por escondernoslas desaparecen o dejan de operar, sino más bien se manifiestan en otros lados de manera impactante, horrorizándonos entonces por la manera en la cual la violencia, la desigualdad y la miseria afectan a muchos sectores de la humanidad, como si fingiéramos desconocer que en realidad son aspectos que provienen de todo cuanto rechazamos de nosotros mismos.

¿Qué tendrá que ver esto con cada uno de nosotros?

A este tendencia tan humana, que todos tenemos, para intentar de alguna manera "no ver" estas realidades difíciles, debemos sumarle que muchas veces nuestra pretendida racionalidad y confianza en el progreso y en la ciencia, se alía perversamente a esta disposición a "no querer ver" aquello que preferimos no ver: tratamientos médicos para parecer más jóvenes y renegar de nuestra verdadera condición, una lucha a muchos niveles por alargar la vida en contra de lo que la naturaleza dispone, producción de deslumbrantes objetos tecnológicos para la comunicación que al final nos mantienen comunicados (pero cada uno en su casa, sin la incertidumbre del contacto real) y aislados a la vez.

Dentro de nosotros opera lo racional, pero por debajo de ello y con mayor poder e influencia en nosotros operan otros registros que no tienen que ver con lo racional.

Es importante estar advertido de ello, para no caer en ingenuas simplificaciones y no desconocer un acercamiento más profundo a la verdad y a la realidad. Conocer los mecanismos irracionales que operan en  nosotros, que podemos intuir que tienen que ver con aquello que no "encaja bien" con esa idea de racionalidad -ponga aquí cada uno lo que se atreva a sospechar- nos sirve también para ser menos manipulables por argumentos e intereses simplistas y maniqueos en la medida que nuestro conocimiento se ancla en lo que no desconocemos de nosotros mismos.

No es por la parte racional por la que suceden las cosas que afectan en mayor medida a nuestra evolución personal y a la del mundo, si desconocemos toda esa parte no-racional, no podemos tratar de hacer algo con ella, aunque hacer algo con ella nos enfrente a reconocer nuestras limitaciones y a mirarnos en un espejo que tal vez no nos devuelva la imagen que siempre hemos querido ver, pero que tal vez no es la más real.

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