A diario aparecen nuevos conceptos, nuevas tendencias, nuevas modas
que alardean de singularidad y novedad y que prometen ser la
respuesta para problemas y cuestiones humanas que muchas veces no
tienen una respuesta tajante y de una sola vez.
Curiosamente suelen nombrarse mediante un anglicismo y venir del otro
lado del atlántico. Son productos, terapias, conceptos, que juegan
con la natural tendencia del ser humano a buscar soluciones a aquello
que no la tiene de manera rotunda y rápida, de un solo golpe. Si
además se añade el prefijo "neuro" -a algo que no viene
estrictamente del campo de la medicina y más concretamente de la
neurología- la la suerte comercial está asegurada.
Lo curioso es que cuando se investiga estas tendencias rabiosamente
contemporáneas, que casi reniegan de la historia, uno se sorprende
viendo, que aquello que pretende ser un descubrimiento genuinamente
ultramoderno, se llamó de otra manera hace bastante tiempo, y en aquel momento se
trataba también de vender algo, con los mismos argumentos con los que actualmente
lo hacen las supuestas ideas milagrosas y rompedoras que nos pretenden
vender: es decir "ya estaba inventado", aunque generalmente
sin anglicismo, y sin la partícula "neuro"
El sistema económico basado en el mercado junto con la tecnología
nos quieren convencer de que existen respuestas definitivas para
determinados temas sobre los que no hay "una respuesta"
homogénea y estereotipada para todos: cada uno tiene que ir
fabricando la suya propia: no hay respuesta universal para las relaciones, la sexualidad, las limitaciones de cada uno, el propio afrontamiento de la muerte...
No hay "La respuesta" y si pretendemos que la hay es porque
estamos de acuerdo con una ilusión que tiene que ver con los
postulados de la sociedad en que vivimos, que pretenden hacernos cree
que podemos poner coto y control a temas insolubles, en vez de hacer
el doloroso reconocimiento de que el ser humano está sujeto a
incontrolables limitaciones, y que ni siquiera decidimos el momento y
la manera de nuestra desaparición, tal como si nos empeñásemos en
poner puertas al campo.
Es cierto que en el campo de la medicina el éxito es innegable y
apabullante, pero con un límite jamás superable; la realidad del
envejecimiento, la enfermedad y la muerte es algo que el ser humano
jamás podrá alterar de manera esencial.
Estas reflexiones tal vez no tienen mucho eco en la sociedad actual,
la de la perfección de la imagen, pero me parece que si podemos ir
más allá de ello podemos encontrar la manera de acercarnos a lo más
genuino de la vida, en vez de escondernos y ensimismarnos en millones
y millones de pantallas que no hacen más que anestesiarnos y
alejarnos de lo esencial del ser humano.
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