Vivir implica sufrir.
Una parte de la vida, uno de sus componentes es,
queramos aceptarlo o no, el sufrimiento. Este malestar es más bien un hecho,
una certeza que todos nosotros vamos a encontrar en nuestras vidas, y del que
tendremos que dar cuenta lo mejor que podamos.
Que el sufrimiento es un aspecto inevitable y
esencial de la vida, que no vamos a poder eliminar, o poder calcular cuando va
a aparecer, como vamos a poder afrontarlo… es una de aquellas verdades
incómodas con las que preferiríamos no tener que vérnoslas, pero en este caso,
menos es más, y quien puede asumir esta realidad con naturalidad y entereza,
aceptando las limitaciones y la incompletud de la vida, es quien en mayor
medida se libra de un sufrimiento neurótico inútil.
Por otro lado, apartarse de todo malestar,
incomodidad o sufrimiento natural, que surge cuando nos enfrentamos a algo
nuevo, a las primeras de cambio, nos va restando posibilidades de desarrollar
aspectos de nosotros mismos y de nuestra vida, condenándonos a una
superficialidad, y a un habitar un reducido espacio en el mundo; a modo de
ejemplo, atravesar determinadas incomodidades o incertidumbres es necesario
para perseguir deseos u objetivos detrás de los cuales pueden estar elementos
clave para el futuro de nuestra existencia: pero nadie dijo que fueran fáciles.
A mi entender, unas de las fuentes de mayor
sufrimiento innecesario es no estar dispuesto a asumir las propias
limitaciones, contradicciones e incongruencias, y no poder aceptar que no las
vamos a poder resolver de manera completa ya que son un hecho estructural en el
ser humano, que efectivamente nos hace sufrir, como también nos hacen sufrir
los golpes y devenires de la vida, absolutamente imposibles de predecir.
Ahora bien, la vida nos trae golpes, a veces
devastadores, y esta deseable predisposición a aceptar lo imposible de
controlar de la vida no los hace menos
dolorosos o inocuos, si bien es cierto que sufrir por aquello que es necesario
sufrir -recordemos que el sufrimiento tiene que ver con la necesidades
insoslayable de hacer duelos por las pérdidas que vamos sufriendo- sí que nos
permite liberar el resto del tiempo nuestras capacidades para comprometernos
con proyectos, desarrollar nuestra existencia, en definitiva, vivir obteniendo
satisfacciones de la vida y de las personas, que es, a mi entender, una manera
óptima de estar presente en la propia vida. Ese sería el tipo de sufrimiento “útil”
que hay que elaborar cuando aparece, y que tiene que ver las experiencias y
pérdidas de la vida.
Es por eso por lo que cerrarse a cualquier
incomodidad, incertidumbre o sufrimiento que pueda aparecer, en realidad nos
condena a repetir siempre lo mismo, en un entorno muy reducido, sin poder
apenas dejar entrar elementos nuevos en nuestra vida, cambios… Creo que eso
sería un buen acercamiento a la definición de lo que sería estancarse en la
vida.
Es por ello que asumir el sufrimiento “útil” que
implica hacerse una vida, es el mejor remedio del sufrimiento inútil que nos
condena al estancamiento y a la inacción y empobrece nuestras vidas.
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