Una de las dificultades afectivas más comunes entre la población, y que suele ser el tronco común y el antecedente de diferentes trastornos psíquicos y emocionales, es la pérdida del natural funcionamiento de un sentimiento como la tristeza en nuestras relaciones con nosotros mismos y con el mundo.
La tristeza es la herramienta esencial; la letra clave del abecedario, el aminoácido esencial, si hablamos en términos metafóricos, en la capacidad de las personas de procesar los duelos ante las pérdidas inevitables que trae la vida.
El desarrollo y el crecimiento sin poder lidiar con nuestras circunstancia a través de la tristeza, muy frecuente entre los hombres por causas culturales, pero no exclusivo en absoluto del género masculino, implica que vamos acumulando en nuestra mente duelos y elementos complejos en un lugar a través de mecanismos como la represión, la supresión, consiguiendo así apartarlos, hacerlos poco a nada conscientes.
Todos estos duelos, conflictos, carencias, contradicciones no suficientemente reconocidos, quedan simplemente al margen de nuestra mente consciente y operativa, pero en absoluto resueltos, anulados o destruídos, y nos juegan en contra en todo momento, dado que son elementos a tener que no hemos podido tener en cuenta, procesar, elaborar...
Aquello que en su momento no se elabora con el natural fluir de las emociones y los sentimientos, a veces difíciles y perturbadores, puede volver de otra manera más lesiva y determinante, de muchas maneras, tales como pueden ser bloqueos emocionales, afecciones psicosomáticas, dificultades en las relaciones, respuestas de angustia muy intensas por acumulación, depresiones por pérdidas aparentemente pequeñas que destapan otras pérdidas mayores no procesadas y un largo etcétera.
La propia tristeza y pesar está siempre relacionada con la propia biografía y las pérdidas que necesariamente una persona ha experimentado; es un sentimiento particular, no significa lo mismo para todos aunque tenga características reconocibles en general. Hay que afinar y buscar en la propia historia de cada uno para saber qué es lo que es necesario elaborar, con que hay que conectarse, y la respuesta es siempre única para cada persona.
Es por ello que la tristeza dentro del natural fluir de los sentimientos tiene su propio lugar, especialmente relevante en la elaboración de los duelos, no es una emoción positiva ni negativa, sino que tiene su función necesaria, sin que por ello haya que hacer un elogio o una censura de ella.
Espero con esto clarificar un poco la importancia de la tristeza como mecanismo necesario para el adecuado desarrollo emocional a través de su función en los duelos, más allá de juicios de valor que no son pertinentes.
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