Las personas con una sensibilidad mínima comprenden que determinados temas o contenidos en los medios de comunicación -"tetas y tiros"- no son los más adecuados ni los más inocuos para todos los grupos de edad y para todas las horas.
La violencia y la sexualidad humana son los grandes señalados dentro de aquellos elementos considerados poco adecuados para ser expuestos al alcance de todos en los medios de comunicación.
Si bien es cierto que la sociedad, y por tanto lo medios de comunicación, al formar parte de ésta, deben tener una función educativa y de protección ante los impactos emocionales de estos contenidos, también es cierto que la violencia está en la vida, y que tanto o más lo está la sexualidad, que de muchas formas diversas forma parte de la actividad humana . Las violencias y sexualidades también pueden tener una función comunicadora, artística... pero siempre con un cierto cuidado hacia los sectores más desprotegidos de la sociedad, lease los niños.
De todas maneras no me quiero referir a los contenidos francos, a los que no engañan a nadie, sino a los contenidos enmascarados, que bajo la apariencia de actualidad, periodismo de investigación, análisis político... transmiten una serie de valores que a mi entender atentan contra la ética de la privacidad y del respeto.
¿Qué sentido tiene vestir a determinados personas, con unos estándares intelectuales y éticos discutibles, como tertulianos para emitir constantemente opiniones zafias y juicios de valor propios de un niño en edad escolar, sobre la intimidad de otras personas, que en todo caso, refuerzan la idea de que los méritos de las personas para tener notoriedad en los medios, tienen que ver con el exceso, lo adquirido de manera instantánea e impulsiva y no con el esfuerzo y el cultivo de determinadas profesión o valores a lo largo del tiempo?
¿Qué modelos son estos?
¿De qué son modelos?
La llamada prensa rosa, la crónica de sociedad, el papel couche, ha sido una parte importante de la sociedad de la información durante mucho tiempo, en la cual, las personas indagaban en las vidas de los famosos y célebres para modelar sus gustos, satisfacer su curiosidad... El problema es que en los últimos años, el nivel cultural, intelectual y ético de estos famosos es cada vez menor, y cada vez tiene que ver más con la capacidad de engañar al otro, que con labrarse una carrera dentro de determinado arte o actividad.
Más incluso que el escaso bagaje de estas personas en sí, lo deleznable son los temas que se tratan, invadiendo y despedazando la intimidad de las personas, no permitiendo que haya aspectos que deben quedar en la intimidad, que no interesan a nadie (como por ej. que tal mea Rociíto...)
Recientemente se ha hablado mucho de la búsqueda de determinada persona desaparecida hace unos años, montando un espectáculo mediático muy grande, al que sorprendentemente también se está prestando la familia, con declaraciones de todos cada día, cuando ya hace varios años del suceso. Este hecho bajo mi punto de vista satisface la curiosidad morbosa, e impide que se puedan realizar y cerrar determinados procesos de duelo, a nivel familiar, que son privados no interesan a nadie y se deben vivir en compañía exclusiva de los seres queridos.
A menudo, se confunde la importancia de estar informado de la crónica policial con el exhibicionismo morboso de detalles, incluso familiares, que deberían quedar siempre de puertas para dentro.
Ni siquiera el análisis político, cuando se añaden elementos de la vida privada, para lapidar a determinadas personas o posturas políticas escapan a este fenómeno.
Esta es la pornografía emocional, que consiste en la exhibición de aquellos aspectos que por su naturaleza deberían ser privados.
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