lunes, 30 de marzo de 2020

Redes sociales y basura virtual en tiempo del Coronavirus

En este momento extraordinario en el que nos encontramos parece que mucha gente está, de manera lógica, mucho más pendiente de las redes sociales, los foros de internes o el móvil, casi como forna exclusiva de estar conectado con la actualidad, con sus seres queridos o como forma de expresar sentimientos, vivencias u opiniones.

En este sentido cabe destacar que sabemos que las redes sociales no son ese lugar idílico y seguro a que nos permite contactar con nuestros seres queridos, sino más bien una jungla en la -como mínimo- somos presionados a nivel publicitario y de tratamiento y explotación de nuestros datos personales; en otros casos los riesgos son muchos mayores.

No solo se trata de poder encontrar aspectos de los más desagradables del ser humano vertidos en la red en forma de ataques u opiniones, sino que esta tiene sus propios riesgos específicos de crimen y seguridad. Mención aparte merecen las herramientas de desinformación y control social que algunos sectores relacionados con distintos poderes utilizan de acuerdo a sus intereses (bots, trolls...)

Dicho todo esto me gustaría centrarme en el uso que el usuario medio hace de los redes sociales y el impacto que puede tener eso en los demás. Me sorprende en gran medida el uso que no pocas personas hacen de las redes como una manera de sacar lo peor que tienen dentro: vomitar, descalificar, despreciar y o tratar de humillar a gente que  a menudo no ha hecho nada para provocar tal reacción.

En mi opinión, y no soy jurista, la libertad de expresión tiene un recorrido amplio para poder expresar todas nuestras opiniones personales, políticas... sin que por ello incurramos de manera sistemática en tratar de destruir al otro.

Sucede que las consecuencias de nuestros actos tal vez se infravaloran en un entorno tan global y enorme, impersonal y a menudo también anónimo. No solo se trata de malas intenciones. En estas semanas y en relación con la pandemia del coronavirus, miles de personas, de manera ingenua e involuntaria, están haciendo circular información falsa y malintencionada en relación con la crisis que estamos viviendo. A veces las consecuencias de este fenómeno son letales, como ha ocurrido en Irán  y en otros países en relación al consumo de metanol como remedio para el coronavirus. Es decir, cabe plantearse que solo el hecho de hacer circular información, sin tomarse la molestia de contrastarla, puede convertirnos en eslabones, sin pretenderlo, de una cadena mortífera.

Daría la impresión que la red es a menudo un gran basurero donde se vuelcan aquellas frustraciones y carencias que uno no sabe resolver de otro modo. Efectivamente eso cumple una función psicológica esencial, pero no es responsabilidad de los otros aguantar las detritos sin filtrar de los otros: cada cual tiene que hacerse cargo de sus propios desperdicios psicológicos.

Pienso que debería de implementarse algún mecanismo en las redes donde cada uno deba de responder por sus actos y por aquello que vierte en las redes sociales, foros... dado que pienso que hay cosas que no deberían ser admisibles.

En esta crisis son vitales los medios de comunicación, las redes sociales y las posibilidades de interacción, entretenimiento, trabajo... que nos proporciona internet, para disminuir la sensación de aislamiento vital, pero es cierto que me planteo que hay personas a las que les deberían cortar el servicio por el peligro psicológico que suponen para los otros.

Una cierta consciencia de que somos seres sociales y que nuestras acciones afectan a los otros podría ser un paso para concienciar de un uso menos lesivo de los recursos virtuales.


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