viernes, 21 de marzo de 2014

Extroversión, actividad, prisa...

Actualmente parece tenerse mucho en cuenta para valorar a las personas aspectos como la extraversión, el estar implicado en muchas actividades o tener mucha presencia y actividad en las redes sociales. Yo creo que esta manera de observar y valorar a la gente, solo nos ofrece un retrato muy superficial de lo que son las personas, centrado de manera casi exclusiva en el número de personas con las que hablan en un día, las actividades que realizan, o la cantidad de "amigos" que tienen en las redes sociales.

¿Qué se necesita para poder conocer a una persona realmente?

TIEMPO.

Nadie es tan descaradamente simple como para que podamos pretender que le conocemos realmente  tan solo hablando con el en algunas ocasiones, o cotilleando algunos detalles de su vida a través de las redes sociales; se necesita mucho más para conocer realmente a alguien

Es por esto que cuando nos hacemos una idea sobre alguien a través de las informaciones que tenemos más a mano, a menudo el retrato que nos hemos fijado no coincide con el que trazamos una vez conocemos a alguien más profundamente; hay muchos aspectos que por más que se quiera, no se pueden transmitir en tan poco tiempo y sin la intimidad necesaria que proporciona un vínculo afectivo real, que necesita tiempo.

Yo creo que lo que más nos dirá acerca de una persona, es poder peguntarse por su trayectoria a través del tiempo; la sucesión y el curso de los elementos biográficos a través de cierto número de años, las relaciones familiares, sociales, afectivas, laborales, el estilo de vida, la formación... es lo que más nos puede decir acerca de una persona, aunque hay cosas que solo se pueden transmitir a través de la relación personal.

En este sentido, nos relacionamos con muchas personas, pero ¿A cuantas de ellas podemos decir que conocemos realmente?

Parece que los tiempos nos impulsan a tener muchas relaciones con diferentes personas, muy fugaces, pero tal vez carentes de la profundidad de las relaciones que se creaban antaño, de acuerdo a la facilidad, la glabalidad y la inmediatez de los medios de comunicación, como signo de los tiempos actuales.

Hoy en día las relaciones de amistad, las de pareja, las laborales, y en menor medida, las familiares, se están adaptando a la velocidad del tiempo social, ganando en velocidad   y a menudo en instensidad momentánea, pero perdiendo en profundidad.

En estos tiempos existe un elogio de la intensidad, del consumo de experiencias, y en mi opinión del elogio de las emociones, por encima de los sentimientos, más permanentes y elaborados.

El gran enémigo de esta época son las cosas que necesitan su tiempo, pero prenteder que determinados procesos y relaciones humanos no necesitan de un cierto tiempo, difícil de forzar, creo que conduce a malestares y a no permitir que se exprese totalmente la individualidad de las personas, por lo tanto su realización, su felicidad.

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