jueves, 21 de mayo de 2015

L'educació de cada dia.

Aquesta és una entrada pensada per reivindicar el paper dels pares com agents educatius fonamentals de nens i adolescents. Planteja també la importància d'un treball conjunt família-escola per la difícil tasca d'ajudar a tirar endavant i créixer a un ésser humà de la millor manera possible.

Molt habitualment llegeixo interessants articles, descobreixo bones propostes o assisteixo a ponències on es parla de l'educació que volem.

Des de tots aquests enfocaments, les propostes són òptimes i ens parlen de: situar l'alumne en el centre del procés d'ensenyament-aprenentatge, de donar una educació integral per a la vida i d'afavorir el desenvolupament de les competències personals dels nens i els adolescents.
Aquestes propostes són punts d'arribada molt importants, que ens marquen el camí d'allò que ens agradaria aconseguir respecte de l'educació dels infants.

Crec que el desenvolupament d'aquestes riques propostes (tal com per exemple estan implantant algunes escoles jesuïtes a Barcelona: http://www.20minutos.es/noticia/2397606/0/colegios-jesuitas/eliminan/asignaturas-examenes-horarios/) pot suposar un guany important en l'educació de nens i adolescents.

Hem de tenir en compte que els infants i adolescents protagonistes d'aquestes pràctiques educatives tenen també famílies que desenvolupen entre d'altres, una funció educativa essencial, per tant sembla molt important poder pensar com totes aquestes innovacions educatives es poden connectar també amb l'àmbit educatiu fonamental de la família.
La pregunta seria llavors: De quina manera pot la família participar d'allò que es fa a l'escola al llarg del desenvolupament d'un nen/adolescent, pensant que la pròpia família té sempre també una funció educativa fonamental?

En un primer moment és molt important pensar quins punts de trobada, per tenir contacte i parlar poden existir entre mestres, pares i altres agents: en quins moments, en quins espais, amb quins assistents es parlar d'educació i criança, anant més enllà si cal dels moments típics de recollida de l'escola, reunions amb el tutor...

Respecte de la labor de la família, no tenim mai un manual d'instruccions: hem d'anar buscant sobre la marxa, sovint improvisant i innovant en la manera com mirem de donar una certa coherència i continuïtat tant al nostre paper com a pares. Si afegit a això, aconseguim d'alguna manera connectar-ho amb el que es fa a l'escola, penso que el resultat ha de ser molt bo

¿Quan col·laborem al procés educatiu dels nostres fills/es a casa?: cada dia, cada estona, cada moment... sempre que estem fent servir les nostres funcions paternes i maternes (repeteixo que ho fem una mica per intuïció) mirant d'afavorir el creixement i la maduració dels nostres fills.

Tal vegada no està estructurada d'una manera tan formal, però l'educació que es dóna a casa és tan important com la que es dóna a l'escola, és més, crec que no podrien viure l'una sense l'altre, i que el seu diàleg, fins i tot en les coses que ens equivoquem, ha de ser molt ric i afavoridor, ja que no hi ha manual d'instruccions per a nens i adolescents i cal anar ajudar-los al seu procés de creixement i aprenentatge sobre la marxa, amb contínues revisions, correccions...

En síntesi, el procés educatiu és un miracle en equilibri, tal com ho és el procés de criança. Aquests processos tenen els seus punts de dificultats, encallament, fractura, però afortunadament són plens de segones i terceres oportunitats. L'enorme complexitat de les persones fa que la subjectivitat humana sigui poc normativitzable i "quadriculable", però per sort sí sensible a les influències que ajudin a expressar en llibertat allò que cadascun porta dins. Per mi aquest és un dels principis que haurien de ser rectors tant de l'educació com de qualsevol procés de desenvolupament de la persona: créixer en la pròpia individualitat de manera lliure, pensant per un mateix, amb l'ajuda de figures fonamentals, com són les de la família i també amb l'ajuda dels mestres i professors.

Joan Escandell Salvador. Psicòleg infantil.


viernes, 15 de mayo de 2015

Felices por equivocación.

Esta entrada pretende ser una reflexión sobre lo importante de poder aceptar que no podemos controlar la realidad; las cosas que nos van ocurriendo, y como a menudo incluso las cosas que consideramos más valiosas y permanentes en nuestra vida han llegado efectivamente fruto de un azar que no se puede prever.

Es cierto que existe un fuerte mecanismo psicológico que nos impulsa a pensar que podemos controlar la realidad en muy buena medida, y que eso nos puede dar seguridad para ir lidiando con los cambios y las rupturas que todos los seres humanos debemos afrontar en diferentes momentos de la vida (amorosas, familiares, sociales, laborales...).

Algunas tendencias sociales actuales, relacionadas con el consumismo, nos impulsan a dejar de lado determinadas realidades dolorosas que aunque se pretendan obviar siempre terminan apareciendo (por ejemplo, por mucho ejercicio compulsivo, cirugía estética... no hay manera de negar la realidad del envejecimiento y deterioro progresivo del cuerpo). Mejor aprender a convivir con ellas naturalmente.

También es cierto que no hay nadie que pueda percibir la realidad externa tal cual es, dado que siempre viene teñida de la subjetividad y la historia biográfica de quien la está percibiendo.

Los cambios y las rupturas, cuanto más bruscos, son de lo más doloroso para el ser humano, dado que nos dejan sin herramientas, sin palabras para poder tramitar en un primer momento una situación que altera nuestra sensación de seguridad. Es poco a poco, con nuestra capacidad de elaboración mental, y con las palabras que vamos pudiendo poner a lo que ha cambiado, que podemos volver a situarnos. 

Lo curioso es que no es extraño que un cambio que ha sido recibido y sufrido como doloroso, a posteriori, por diferentes razones, se pueda revelar como una de las cosas más enriquecedoras e importantes que nos han ocurrido.

En este sentido, considero que el querer aferrarse a una pretendida seguridad e inmutabilidad de las cosas que uno tiene, conduce a la rigidez, a la negación de los cambios y es sumamente empobrecedor, ya que puede encerrar a la persona en una petrificación de la vida, que por querer eludir el dolor que inicialmente implican los cambios y las incertidumbres, termina finalmente eludiendo la vida misma con su cambiante fluir.

El hecho de que las cosas se mantengan siempre igual, no quiere decir necesariamente que eso sea positivo y adecuado para la evolución de los implicados: A menudo los cambios son necesarios, aunque usualmente dolorosos en el momento inicial, pueden traen posteriormente elementos muy enriquecedores que abren a la persona a nuevas perspectivas que no había previsto.

El curso de nuestra biografía está formado por cosas que han ido sucediendo, algunas según nosotros esperábamos, otras no. La vida de todas y cada una de las personas está también constituida por algunos cambios y momentos de ruptura, que han dado paso muy a menudo a posibilidades valiosas que no imaginábamos inicialmente.

Cuanto mejor se pueda vivir con la posibilidad de que sucedan cosas imprevistas, que pueden desconcertarnos, admitiendo que no existe una seguridad absoluta, mejor podremos navegar y orientarnos en las nuevas dimensiones por explorar que la realidad nos va poniendo por delante cada cierto tiempo y menos será el dolor que nos provocan los cambios,

A menudo, las cosas que no has traído la vida nos reconcilian con que las más importantes han venido por azar, casi como si fuésemos felices por equivocación, o al menos no en la manera que habíamos pensado inicialmente, forzándonos a admitir que el sentimiento de poder controlar la propia vida es "real" hasta cierto punto.

viernes, 8 de mayo de 2015

La novela familiar

En esta entrada de hoy me gustaría referirme a "esa" historia de nuestra familia que llevamos en nuestro interior. De las muchas cuestiones relevantes e importantes sobre este tema, quizá cabe destacar que este relato de nuestra historia, a modo de "novela de la historia familiar", que cada uno de nosotros llevamos dentro, no está solo formado, ni mucho menos, por el recuerdo de las cosas que realmente pasaron.

En la novela familiar de cada uno de nosotros, existen además de múltiples cuestiones reales, otras que tienen que ver con la fantasía, con los miedos, con los deseos... y muy a menudo una mezcla de todo junto que se ha constituido en épocas muy precoces de nuestra vida, y que por lo tanto va a ser la base sobre la que se van a asentar otras muchas cosas del edificio del sujeto, dado que a menudo son como cimientos sobre los que ponemos muchas cosas. Si estos cimientos presentan problemas para nosotros mismos, en tanto en cuanto no nos permiten ser y expresar como realmente somos, pueden ser fuente de sufrimientos intensos y duraderos.

Es siempre uno de los temas fundamentales a tratar,  en las personas que sufren psicológicamente y piden ayuda, poder revisar como está construida esta novela, que aspectos parece que fueron tal como son recordados, que otros son construcciones, mitos... que otras cuestiones que no fueron tan de esta manera encubre la novela familiar, de cara a poder acercarse cada vez más a como fueron vividas realmente las cosas, y liberando y expresando aquellas cosas que se llevan dentro y quizás no se han podido vivir ni expresar adecuadamente, por estar negadas, escondidas, reprimidas.

Es necesario un trabajo de investigación, desciframiento, que sirve para poder hacer de esta novela familiar algo más acorde con como la persona ha vivido las cosas, y que la ayude a poder darse cuenta de muchas elementos (a la vez nuevos y que siempre estuvieron allí) de cara a que pueda encontrar otras maneras distintas de hacer con lo que la hace sufrir, que le permitan encontrar otras soluciones. 

En este sentido podríamos considerar entonces que el trabajo terapéutico es un trabajo en el cual ese primer relato de la propia novela familiar, se modifica para poder dar cabida a una nueva novela o una novela reformada, pero más acorde con la verdad interior, que le permita al sujeto vivir de otra manera, es en definitiva un trabajo que tiene mucho que ver con una lectura y una posible escritura alternativa de quien es uno mismo, que posibilite soluciones distintas de las que anclaban en el sufrimiento.

Muchas gracias.

jueves, 30 de abril de 2015

Crecer duele

En esta entrada quisiera referirme a como de desafiante, doloroso y difícil puede resultar en determinadas circunstancias el proceso de crecer emocionalmente para las personas adultas. Por otra parte, proceso absolutamente necesario e irrenunciable, pero a menudo bloqueado por diferentes cuestiones de índole psicológica.

Sin duda el proceso de crecer emocionalmente, entendido como el proceso de ir encontrando el propio camino y realizando lo más interno y personal de cada uno, tendiendo a mayores cotas de libertad, independencia y autonomía es la responsabilidad más grande que como sujetos tenemos en nuestro trayecto por la vida.

No obstante, es cierto que existen cuestiones que obstaculizan y dificultan este proceso.

El proceso de crecer y madurar implica como hitos emocionales más importantes (y a menudo más difíciles)

-Decidir por uno mismo,

-Independizarse emocionalmente de las figuras de nuestra infancia, nuestros familiares principalmente

-Hacer un criterio y una versión propia de las cosas,

-Abandondar pretendidas seguridades imaginarias (que se pueden acabar convirtiendo en cárceles, tal como escribía en una sección anterior del blog),

-Diferenciarse de lo que piensan los demás.

-Apostar por lo propio, no siempre teniendo el respaldo de los otros, pero si nuestra propia autorización interna -la más importante-.

Por otra parte, todo este proceso a través del cual la persona va conectándose y desarrollando su potencial, presenta incomodidades, dificultades, riesgos, incertidumbres, esfuerzos que hay que realizar... y la necearia asunción de que nunca será un proceso perfecto, tendrá limitaciones y le faltarán cosas.

Es en el sentido de los riesgos que se corren al apostar por uno mismo como hombre o mujer, donde se puede comprender como para much@s es difícil emprender este proceso: por seguir dependiendo de manera infantil, por miedo a la respuesta de los demás, por considerarse demasiado débiles o vulnerables para poder avanzar por si mismos -lo cual generalmente es falso- como personas, por querer conservar un pretendido estado de seguridad y tranquilidad absoluto...

En este sentido cabe destacar que no hay crecimiento mental sin cambio ni sin incertidumbre, a lo que podemos añadir que no hay vida sin dolor, y que pretender evitar estos dolores y estas situaciones incómodas o difíciles de la vida, pretendiendo quedar adheridos a determinadas figuras, o a una seguridad absoluta imaginaria, finalmente tiene el tristísimo saldo de quedar atrofiados en nuestras posibilidades y aspiraciones y de desentendernos de nuestra más importante responsabilidad como sujetos: crecer y desarrollarnos según nuestras posibilidades internas, más allá de condicionamientos familiares, culturales y sociales.

Muchas gracias, espero que os haya gustado. 

viernes, 24 de abril de 2015

¿Cambio y curación?

En este breve artículo me gustaría reseñar las caracteristicas que en mi opinión debe tener el trabajo psicológico que realiza una persona que consulta con un profesional por un malestar y sufrimiento que cree que no puede resolver por ella misma.

Si bien es cierto que hay diferentes tipos de malestares y grados y maneras de sufrir -en realidad, tantos como personas, dado que la subjetividad es intransferible-, sí existen una serie de principios que nos orientan a la hora de afrontar un trabajo terapeútico con intención de resolución de los conflictos y de liberación de la persona

Entre estos principios, me gustaría mencionar aquellos que considero importantes para que se puedan dar cambios reales:

  • No existe cambio interno sin una implicación real de la persona que sufre: no puede haber cambio emocional alguno desde fuera. De darse el proceso de manera adecuada, la persona cada vez va estando más interesada en saber y averiguar, y prestando cada vez mayores recursos mentales a la elaboración de sus dificultades y la búsqueda de claves y nuevas perspectivas: pasa a situarse cada vez más como agente principal del proceso.
  • El factor tiempo es único e intransferible, cada persona tiene su tiempo de ver, de comprender y de concluir. Con ello quiero decir que mi manera de trabajar no tiene que ver con aquellos tratamientos psicológicos que garantizan a priori el éxito en un determinado tiempo; para mi eso no se puede asegurar y mucho menos sin tener en cuenta las particularidades del consultante. Evidentemente es razonable pretender que sea en el menor tiempo posible, y en eso están de acuerdo tanto el profesional como el paciente, pero también es cierto que hay sufrimientos que por su grado de complejidad y por las maneras que puede ir encontrando la persona de solucionarlo, van a necesitar más tiempo que otros.
    Relacionado con esto, ¿Qué sentido tendría pretender que una persona avance más rápido de lo que puede asimilar y consolidar  en vistas a una rapidez de resultados establecida a priori? En mi opinión esto puede llevar a resultados poco consistentes y puede incluso generar otros efectos perjudiciales, en tanto en cuanto no se estén respetando los ritmos y tiempos de la persona.

  • El trabajo psicológico en el sentido más profundo es aquel que tenga el objetivo de descubrir y liberar las cuestiones más nucleares, personales y particulares del sujeto, muchas veces trabadas por multitud de aspectos personales, familiares, sociales, tratando de ayudar a que la persona los pueda desplegar de una manera que le satisfaga con ella misma y en su relación con su entorno y con los demás. Eso lleva a que los síntomas dejen de ser necesarios y posiciona al sujeto en otras coordenadas distintas de las del sufrimiento vácuo.

Por lo tanto se aleja mucho de moldear, normativizar, querer solo eliminar los síntomas... así concebido, el proceso terapeútico es un proceso de transformación en el que se ganan cosas fundamentales y se pierden aspectos inútiles. El sufrimiento siempre nos habla de cosas que deben de poder abrirse, movilizarse, elaborarse, para que los síntomas finalmente desaparezcan: es necesario un trabajo para que así sea.

Aun tratándose de síntomas parecidos, en diferentes personas pueden estar conectados con múltiples aspectos distintos por lo que el tratamiento y la dirección de este deben ser distintos. Poder leer estas particularidades de la persona consultante, inscritas en su historia y en su estructura psicológica es fundamental de cara a poder articular un proceso de tratamiento que pueda generar cambios verdaderos, más allá de un maquillaje psíquico o de apelar a una pretendida normalidad o adecuación de la conducta. La solución para cada persona será distinta y tendrá que ver con la más propio de uno mismo, a menudo bastante soterrado.

En síntesis se trataría de ver la curación como un proceso en el cual la persona se va transformando y puediendo soltar y abrir aspectos que quizá han estado mucho tiempo soterrados y causando malestar y sufrimiento al sujeto desde diferentes lugares.

Espero que lo encontreis de vuestro agrado.

Saludos y hasta la próxima.

viernes, 17 de abril de 2015

Cárceles imaginarias

Desde mi trabajo y desde mi perspectiva personal, me gustaría poder poner en común algo que vengo observando con mucho interés desde hace tiempo.

Es interesante constatar como muy a menudo, los sufrimientos y malestares, frecuentemente intensos, que acosan y mortifican a las personas en forma de síntomas y padecimientos diversos, no son más que cárceles imaginarias.

Con el término de cárceles imaginarias me refiero a que se trata de construcciones mentales, que a menudo se han gestado durante años, y se han solidificado de una manera que es muy difícil poderlas desmontar o abrir si no hay un trabajo psicológico importante.

En estas cárceles mentales, encerramos aquello que no nos gusta de nosotros mismos, vivencias antiguas, relaciones antiguas, sentimientos que pensamos que no podemos tolerar... En un intento por desembarazarnos y guardar bajo llave el material radioactivo de nuestra vida, tratamos de esconderlo lo mejor posible, sin saber que es imposible deshacerse de algo que forma parte de uno mismo, y que cuanto más encerrado y oculto, más raros e inquietantes serán los síntomas del regreso de ese algo que quiere expresarse porque forma parte de nosotros mismos y menos comprenderemos de donde viene eso.

Muy a menudo también por desgracia  nos encerramos a nosotros mismos en esa cárcel, que a modo de un mapa del mundo reducido, pobre, rígido e infranqueable nos condiciona a repetir una y otra vez los mismos errores e impone fronteras invisibles e infranqueables, que no sabemos porque, nos resulta imposible traspasar, quedando a veces lamentablemente limitados y reducidos en nuestra expresión y desarrollo como personas a un sector de la experiencia y de lo posible muy pequeño y angustiante.

Es curioso que se sufra tanto en estas cárceles cuando es uno mismo quien las ha construído a modo de defensa y de manera de vivir y de afrontar, sobretodo, aquello que no funciona o que nos ha impactado profundamente.

Cabe destacar que si bien esta cárceles son construcciones mentales, tienen más fuerza en la mente de la persona que está presa de ellas, que la propia realidad exterior. En este sentido no se trata en absoluto de algo de lo que se pueda salir solo desde la voluntad y desde un primer momento: el proceso es otro.

Ahora bien, el trabajo a realizar en este sentido, es el de una progresiva toma de conciencia de que existe otra manera de vivir que no encierra tantas limitaciones, que el sufrimiento se haga insoportable en algún momento como para pedir aydua, y que podamos suponer en nosotros otras partes que anhelan mayores cotas de libertad y de desarrollo.

Una vez dadas estas condiciones la persona puede empezar a cuestionar y preguntarse que la ha llevado a ella misma (que vivencias, relaciones, miedos, deseos)  a encerrarse y mantenerse en un lugar que quizá parecía muy seguro pero a la vez causa graves dolores y limitaciones, investigando todo esto a través de un recorrido por toda su historia. 
Este no es un recorrido fácil, pero es la manera en que la persona puede implicarse en los ques y los porqués de su propia vida, de manera que pueda hallar una rectificación subejtiva de sus posiciones conscientes e inconscientes ante la vida, que le daban problemas y la hacían sufrir.

Hay que pensar que estas cárceles se han construído y mantenido por poderosas razones, y en este sentido es un trabajo de progresiva profundización el ir manejando y elaborando todo esto, de cara a que pueda hacerse con un resultado real y definitivo, que permita vivir de otra manera.

Generalmente estas cárcles tapan aspectos relacionados con las vivencias familiares, la dependencia emocional, la sexualidad, las dificultades de relación, el envejecimiento y la muerte... en fin todos estos temas que son comprometidos y difíciles para todos.

Espero que haya resultado interesante,

Muchas gracias y hasta la próxima entrada del blog.




jueves, 9 de abril de 2015

Lo ideal es enemigo de lo posible.

Hola a tod@s,

Me gustaría hoy hablar acerca de la cuestión de la idealización, y como a menudo tras de esta se esconde una dificultad importante para poder vivir y acceder a necesidades y a motivaciones más internas y genuinas de uno mismo. Esto nos hace más rígidos y nos dificulta poder contactar de una manera más directa con la vida y con nosotros mismos.

A menudo las personas nos forjamos una serie de estructuras, corazas, maneras de pensar, que si bien puede parecer que nos guían, iluminan y nos protegen, en esencia no son más que caparazones que nos impiden estar en contacto con lo más auténtico de nosotros mismos y nos hacen más rígidos para experimentar tanto lo que hay en nuestro interior como para poder vivir la vida de una manera más acorde con nuestra propia esencia.

Me refiero a aquellos ideales personales, profesionales, sociales, éticos demasiado rígidos... que a menudo nos atrapan y sin que nos demos cuenta se establecen casi como una parte de nuestra personalidad, nos hacen más rígidos y nos dificultan el poder vivir.

Cuando el ideal hace de pantalla e impide que se expresen aspectos nuestros importantes, pero quizás dolorosos, aparecen entonces estos aspectos que se niegan en forma de malestares, ansiedades, tristezas, dolores y molestias varias

Cuando el ideal tapa y obtura cosas propias de la persona es entonces cuando ese ideal se está usando de una manera en la que se daña a uno mismo de diferentes maneras:

  • Reprimiendo cosas propias que uno no quiere reconocer y que quedan debajo de la pantalla de ese ideal, lo cual siempre genenrará que se expresen por otra vía produciendo dolor.

  • Condenándonos a la eterna frustración de perseguir algo que no es posible, que no existe.

  • Bloqueando que podamos aprovechar nuestras posibilidades de hacer y vivir con nuestras verdaderas, genuinas y propias virtudes y carencias.

Es por ello por lo que es importante poder realizar un proceso de quitar armaduras, capas y corazas, que siempre es doloroso, y más en tanto en cuanto estas armaduras y corazas a menudo están insertadas de una manera muy intrincada e intensa con otros aspectos más genuinos de nosotros mismos.

Sin embargo, aunque lento y doloroso este es un trabajo muy necesario para poder vivir de otra manera, en cuanto sentimos que algo ideal, y por lo tanto inexistente nos está bloqueando e impidiendo vivir y ser nosotros mismos.

Muhcas gracias.