sábado, 28 de marzo de 2015

Las estaciones

Esta semana me gustaría hablar acerca de algunos aspectos en los que vengo pensando en los últimos días desde mi perspectiva personal y profesional.

Creo que a menudo es fácil sufrir de "presentismo". El presentismo tal como yo lo defino consiste en la incapacidad para relativizar cuando alguien está sufriendo un importante malestar psicológico en su vida, por la causa que sea. 

Entonces nos suelen venir a la mente cosas, como por ejemplo, que hace mucho que no nos sentíamos tan mal, que todo va fatal... y toda nuestra existencia y trayectoria actual parece quedar opacada bajo el yugo del malestar, a menudo sin que podamos hacer mucho para evitarlo.

En momentos de intenso malestar emocional, parece no haber perspeciva, ni manera de poder situar las cosas de una manera distinta: parece que las cosas valiosas que todos tenemos han desaparecido, o al menos se han ocultado y no las vemos.

En este sentido, voy siendo consciente de que incluso el malestar intenso, que a veces se expresa de una manera muy dolorosa, tiene su lugar en el recorrido y la trayectoria que las personas hacen por la vida, que en algunas ocasiones, está sazonada por estos momentos que pueden llegar a ser de desesperación.

Los cambios, las transiciones y la pérdidas generan mucha incertidumbre y mayor malestar en cuanto uno trate de resistirse a las tensiones y los procesos que vienen de dentro, del inconsciente y que estamos obligados a escuchar si queremos sentirnos bien interiormente, aunque nos generen momentos de incertidumbre, desajuste, desorientación...

Aunque no todo el mundo lo admita, no existe un "cura definitiva" para el malestar:  ni psicológica, ni espiritual, ni cientíco-técnica... Simepre habrá momentos de ruptura, de malestar y de dolor emocional, lo cual no quiere decir que no se pueda tener a su vez una vida rica y plena.

Respecto de los momentos de dolor y crisis, que nos sumen y anclan en el momento presente sin poder tener prospectiva ni memoria de las cosas buenas del pasado, cabe destacar que una vez que los hemos podido pasar, van adquiriendo otras tonalidades, como las estaciones del año, y entonces una estación de dolor, da paso a una estación de tranquilidad, que dará paso a otra de alegría... Tal vez, sin esa primera estación de dolor, -que si se ha podido atravesar adecuadamente, ha quedado balizada para no volver a tropezar con ella- no habría sido posible llegar a algo cuyo saldo final es una mayor madurez personal.

Cada persona es absolutamente singular y necesita de tiempos distintos para ir encontrando su lugar en la vida, aunque a menudo estos tiempos incluyan momentos de dolor y desesperanza, que darán paso como conclusión del proceso a cambios psicológicos importantes que redunden en una mayor madurez.

A menudo las personas las personas pueden necesitar ayudar para poder transitar por procesos dolorosos, pero que no pueden simplemente ser suprimidos sin más, es por eso que recomiendo pedir ayuda cuando uno se sienta desbordado.

Me ha venido a la mente la película de Kim Ki Duk, Primavera, Verano, Otono, Invierno... y Primavera para poder pensar que es necesario que para que aparezcan hermosas flores dentro de uno mismo a menudo es necesario que caigan algunos rayos y truenos, tal como sucede en las estaciones del año, tal como sucede en las estaciones de la vida.

Muchas gracias.

viernes, 20 de marzo de 2015

Los duelos silenciosos

Hoy me gustaría hablar de algo que pienso que se sufre muy habitualmente, por ser muy propio de las dificultades que las personas experimentan en su día a día.

A lo largo de la vida, ya desde la más tierna infancia, se producen pérdidas en el niño, debidas a su propia y natural evolución, debidas a los cambios en la estructura familiar, debidas al nacimiento de hermanos... que son dolorosas y difíciles de elaborar.

Lógicamente como niños mayores, adolescentes y como adultos sufrimos a menudo pérdidas de de los más diversos aspectos (relaciones, trabajos, ideales....) que si bien pueden ser sentidas, muchas veces no se han podido elaborar lo suficiente. El problema viene entonces cuando estos "duelos silenciosos" han quedado tapados y pueden generar síntomas de lo más variados (ansiedad, depresiones, irritación, mal humor...).

El tiempo de elaborar las pérdidas es personal e intransferible, no se puede apresurar ni coartar, cada persona necesita de su tiempo de comprender, elaborar y concluir para poder salir de ellas de una manera reforzada y que le permita establecer nuevos vínculos en su vida.

Los duelos no resueltos se inmiscuyen y entremezclan en la vida provocando a menudo síntomas extraños y difíciles de comprender.

A menudo es necesario un trabajo terapeútico para poder poner orden en todos estos aspetos que a menudo han quedado enterrados, soterrados, poco o nada elaborados y condicionan las vidas de las personas en buena medida. 

Aunque es cierto que conectarse con las propias pérdidas provoca emociones dolorosas y difíciles, ello es necesario, y precisamente es el camino que indica que una persona está empezando a elaborar dicha situación, aunque sea dolorosa.

Cada uno, con la ayuda necesaria en cada caso, debe poder ir elaborando sus pérdidas de manera interna de cara a poder irse situando ante la vida con otras perspectivas, para poder ubicarse en el propio presente de una manera distinta.

Muchas gracias.

viernes, 13 de marzo de 2015

Sobre soluciones express para la angustia

En esta entrada del blog me gustaría planear algo que tiene que ver con mi posición ética, personal y profesional, a la hora de trabajar con la angustia, manifestación humana universal y presente en la mayoría de las dificultades de orden psíquico que afectan a las personas.

La angustia y la ansiedad son afectos terribles, muy difíciles de vivir y convivir con ellos. Es por ello sano y saludable que las personas que los padecen deseen y pretendan librarse de ellos lo más rápidamente posible.

Existen diferentes métodos, procedimientos y maneras de hacer para tratar con la ansiedad y con la angustia. En mi opinión, aquellos que tratan de suprimirla a toda costa en el menor tiempo posible, si bien pueden ser eficaces en la tranquiliación de la persona, no garantizan el cambio de aquellos aspectos más profundos, que son los que permitirán que esa angustia no vuelva a aparecer, y quizá más importante si cabe, no garantizan que no termine derivando en algún otro problema de índole emocional o incluso física de mayor gravedad.

Para poder realizar efectivamente este trabajo de desanudamiento de aquello que determina la la angustia y la ansiedad, hay que reconocer que la angustia y la ansiedad, a  parte de ser dolorosísimas vivencias, encierran otras cuestiones de mucho más calado y de mayor magnitud, estructurales de la personalidad del consultante, que de poder ser removidas, sirven para posibilitar cambios profundos en la personas y en su percepción de la vida.

La angustia y la ansiedad son mensajes cifrados que si uno se puede permitir ir leyendo, con la ayuda de alguien que haya hecho ese camino en si mismo, posibilitan verdaderos cambios en la personalidad, e incluso en aquellas líneas maestras que permiten alterar un destino que se ha torcido.

Esto evidente comporta un trabajo, un objetivo y unos tiempos distintos de aquellos enfoques que simplemente pretenden erradicar, extirpar la angustia, como si esta no fuese algo constitutivo de la persona, para devolverla a un estado anterior de supuesta ausencia de ansiedad o angustia.

El tipo de trabajo que propongo pone a la globaliad de la persona en el centro, con su subjetividad única y particular como camino y como destino. Ello lógicamente requiere de una elaboración y de un tiempo y de un mayor trabajo de la persona consultante (no hay cura desde fuera, sin la implicación real de la persona que sufre), aunque es habitual que los primeros efectos terapeúticos se empiecen a sentir al poco tiempo, y ese efecto ya empieza a mover la rueda.

Es cierto que los tiempos no son muy favorables para un tipo de trabajo psicológico que no es inmediato, absoluto, de una sola tacada, deslumbrante... Pero cabe preguntarse si todo este deslumbramiento y vorágine técnica-consumista-competitiva actual ¿Nos situa en un escenario de mayor profundización en los valores de la subejtividad y humanidad de cada uno? o ¿Nos aliena de nosotros mismos y de los demás en una frenética búsqueda de una pretendida satisfacción inmediata de TODO que anula el pensamiento y la elaboración?

Ahí dejo esas preguntas que a mi me sirven para pensar estos temas.

Saludos.

viernes, 6 de marzo de 2015

Donde se encuentra lo más particular de cada persona

Me parece muy importante destacar algunas ideas que tal vez no sean en gran medida del dominio popular, pero me parecen muy importantes de cara a poder aproximar donde reside lo más íntimo, particular y lo más nuclear de cada uno.

En cada uno de nosotros existe una historia biográfica personal, construída mediante un proceso activo que trata de ordenar, de dar coherencia, lógica y sentido a las cosas que nos han ido sucediendo.
La memoria no es un lugar donde están acumulados los recuerdos, sino un proceso de transformación donde están implicados diferentes elementos. Un fenómeno universal es el de que toda persona intenta, de alguna manera, minimizar o maquillar aquellos aspectos de uno mismo, recuerdos experiencias o lagunas que han sido contradictorios, dolorosos o difíciles de integrar.

A menudo estos aspectos se tornan problemáticos en algún momento y crean malestar, angustia, u otros síntomas a la persona que los presenta. En este sentido, estas experiencias dolorosas subjetivas, no son maneras de pensar erróneas, malos hábitos... sino que son las portadoras de una serie de elementos y encrucijadas biográficas que es necesario poder descifrar, de cara a que la persona que los sufre pueda hacer algo diferente con ellas de manera permanente.

Hay algunos fenómenos básicos propios de la mente humana, que nos permiten aproximarnos al lugar donde estas experiencias y deseos profundos y nucleares se muestran más claramente, sin el ropaje de todas las construcciones que se han ido poniendo encima, generalmente durante largos años.

Estos fenómenos son los sueños, los lapsus y actos fallidos y los olvidos principalmente. En estos fenómanos básicos, podemos vislumbrar el desciframiento de lo que va más allá de lo que dicen las palabras, donde encontraremos elementos que no están en la consciencia, que a menudo son determinantes y que nos permitirán poder modificar, hacer algo, con cosas que estaban ocultas, fuera del discurso, pero que es muy importante poder de alguna manera elaborar de cara a poder vivir de otra manera.

  • Los sueños portan elementos muy importantes en los que pensar, que nos hablan de los deseos y temores particulares de los soñadores, pero lo hacen en un mensaje cifrado, con un código propio de cada soñador.
  • Los lapsus dicen aquello que no quiere decirse, pero que brota sin que podamos oponernos a ello, en una manifestación inconsciente de "aquello que necesita ser dicho"
  • En los actos fallidos nos encontramos con la constatación de cosas que salen mal cuando nuestra intención consciente es que salieran bien, y que nos hablan de otras motivaciones distintas de las conscientes.
  • El olvido hace acto de presencia cuando se olvida algo que habitualmente se sabe,  fenómeno que se produce cuando algo aparentmente ordinario entra en contacto de alguna manera con otras cosas que preferimos no saber.

Es muy importante poder atender a estos fenómenos tan básicos como algo muy importante, ya que nos hablan de aquellas palabras y recuerdos que faltan y que a menudo serán determinantes para que la persona pueda cambiar cosas que la hacen sufrir.

Es cierto que muy habitualmente todo esto queda muy soterrado por los fenómenos de la consciencia y del día a día, pero en mi manera de entender es fundamental una psicología que pueda tratar de situar y dar cuenta de donde se encuentra lo más particular, genuino y nuclear del ser humano, dado que para poder trabajar con el sufrimiento estas serán las teclas a tocar de la partitura de la experiencia humana.

Muchas gracias.

viernes, 27 de febrero de 2015

El sujeto, su deseo y la sociedad.

Me gustaría hablar en esta entrada acerca de algo que vengo desarrollando en las últimos tiempos fruto de mi formación, experiencia personal y profesional.

Pienso que la clave más importante de la responsabilidad que tenemos como personas, como sujetos, es poder acercarnos a nuestro propio interior y encontrar en este que es lo que nos anima y nos mueve como sujetos, como personas. En lenguaje psiconalítico: ser capaces de poder descubrir, reconocer, aceptar sostener y perseguir nuestro propio deseo, incluso aunque no sea aquello que se supone que se esperaría de nosotros o esperarían nuestras personas más allegadas. 

En mi opinión, la sociedad actual no promueve en las personas que puedan estar en contacto con lo más íntimo y auténtico de ellos mismos, con la singularidad que nos hace únicos, sino que más bien uniformiza, clasifica, agrupa a las personas, con diversos fines, alienando de esta manera las posibilidades del individuo que a menudo no puede emerger bajo la múltiples etiquetas que le vienen impuestas,

Por debajo de esto también se identifican de manera  muy clara movimientos tendentes a la explotación, sobretodo de carácter económico, y a una carrera desaforada por un consumo sin pensamiento ni medida, que incluye el consumo no solo de bienes y servicios sino también de ideales (juventud), formación (másteres habidos y por haber), control del propio cuerpo (cirugía estética)...

Me pregunto cual sería el curso y el devenir de las sociedades, si estas estuvieran formadas por individuos que si han podido realizar su propio encuentro que aquello que les define como personas, creo que el curso de los acontecimientos podría variar. Me pregunto también si aspectos como las enormes desigualdades, las guerras, la miseria, no serán en el fondo el acúmulo de todas aquellas partes y cuestiones de cada sujeto desconocidas que se acumulan y se expresan sin freno a través de estos fenómenos globales.

En suma creo que la clave de que algunas cosas puedan cambiar late en el corazón de cada uno de nosotros como sujetos individuales. El trabajo a realizar es un trabajo acompañado de alguien que haya hecho este mismo trayecto, en el que nos ponemos ante nuestro propio espejo trabajando sobre nuestras corazas, nudos, aprendizajes, interferencias, contradicciones...

Gracias.





viernes, 20 de febrero de 2015

La necesidad de la tristeza y los duelos.

Hoy quería hablar sobre algo que en mi experiencia, en mi formación y en la manera en la que observo la el mundo va teniendo cada vez una importancia mayor.

Es el papel que las experiencias dolorosas, y de tristeza, los duelos, tienen en nuestras vidas. Me da la impresión de que sobretodo en los últimos tiempos a menudo se hace difícil que las experiencias de tristeza y de duelo, que siempre están ahí por algo, se puedan vivir de manera completa. 

A menudo el intenso malestar que provocan hace que las cataloguemos como si de una enfermedad se trataran, cuando precisamente se trataría de no interrumpirlas, sino de facilitarlas para que lleguen a su natural conlusión, en la que habremos podido llegar a un nuevo equilibrio dentro de nosotros recolocando aquello que hemos perdido de una manera distinta y estando preparados para nuevas vinculaciones y experiencias.

El duelo es una experiencia del ser humano caracterizada por la reacción -de dolor- ante algo que se pierde, y aunque no hay dos seres humanos que pasen por el mismo proceso de duelo, suele haber emociones parecidas, algunas de ellas muy dolorosas para la persona.

"El proceso de duelo es una experiencia absolutamente personal, que cada uno hace de una manera distinta" me dijeron hace unos años y creo que con mucha razón.

Si bien el proceso de duelo suele estar socialmente más asociado a la pérdida de alguna persona por fallecimiento o al final de una relación sentimental, se puede pasar un proceso de duelo por la pérdida de cualquier cosa con la que la persona estuviera vinculada y que siente que ha perdido (un trabajo, un ideal, una característica propia, una fase de la vida...).

El duelo es un mecanismo humano para poder ir transitando por los múltiples y naturales avatares de la vida pudiendo cerrar etapas y vinculándose con las cosas nuevas que trae la vida.

El poder permitirse sentir las profundas emociones que implica el duelo (suele haber muchas tristeza, rabia, momentos de incomprensión y desconcierto), es lo que permite a la persona ir transitando y superando sus distintas fases y avanzando hacia el final de este natural proceso.

Quizá resulta algo paradójico, pero precisamente el poder pasar por todo este dolor es lo que nos garantiza mantenernos psicológicamente sanos y lo que nos protege de enfermar.

Todas las emociones y sentimientos están ahí por algo, y por eso es bueno poderlas vivir, aunque efectivamente a veces parece muy difícil.

A nivel terapeútico, se trata de poder ir acompañando este proceso, para que se pueda expresar de la manera adecuada, de acuerdo con la subjetividad de cada uno, pero no impedirlo o bloquearlo.

El duelo es algo que nadie puede resolver por nosotros, es un asunto íntimo y personal que tenemos con nosotros mismos y que marca nuestra responsabilidad como seres humanos a la hora de poder vivir con plenitud.

Muchas gracias y hasta la próxima.


sábado, 14 de febrero de 2015

El sentido (y el sinsentido) de los cambios.

En esta entrada me gustaría hablar acerca de los cambios, acerca de las las dificultades (iniciales) en poder decir adiós a las cosas conocidas y empezar a relacionarse y a vivir con las cosas nuevas que han aparecido o que van apareciendo.

Una de las reacciones habituales ante los cambios tiene que ver con el miedo; un miedo de cuales serán las cosas que nos traen dichos cambios, ante la incertidumbre de tenerse que manejar con cosas nuevas que desconocemos y ante el temor de perder la seguridad que aportaban las cosas que conocíamos y nos hacían sentir seguros.

En mi opinión, el ser humano tiene a explicarse su historia, su biografía y a si mismo de una manera muy ordenada y lógica y llena de sentido, pero al acercarnos y seguir esta historia de más de cerca muy habitualmente nos daremos cuenta de que tiene sus rupturas, quiebres, saltos... y que a pesar de su impacto doloroso, sobretodo en los primeros momentos, hemos ido retejiendo estos vuelcos en la trama de nuestra vida de la mejor manera que hemos podido.

Aunque mentalmente tratamos de explicarnos nuestra historia sin vacíos, sin huecos, es sencillo recordar que muchas de la cosas que ahora son centrales en la trama de nuestra vida: relaciones, trabajo... han llegado fruto de algo casual, para nada previsto o predeterminado a priori, que hemos integrado en nuestras después de un primer momento donde probablemente sí estaban estos miedos y dificultades (que suelen pasar tras los primeros momentos) mientras íbamos dando sentido y colocando lo nuevo dentro de nuestras coordenadas vitales.

Los momentos que parecen de ruptura, paso atrás o en falso... forman parte de la vida de todas las personas, a menudo, más adelante y ya con cierta perspectiva vital podemos comprender la necesidad de haber pasado por determinados momentos que parecían solo negativos, pero que han permitido que emergieran o aparecieran aspectos que se han podido revelar como importantes y significativos para nuestras vidas.

En este sentido mi idea es que la vida no forma parte de un todo tan ordenado y lógico, aunque pensemos que sí, para podernos mover en ella. Estas rupturas o momentos difíciles, con todo su dolor y dificultad, nos ponen a expensas de que la vida no es tan predecible o controlable como nos pensamos, pero más allá de eso, a menudo expresan y permiten la posibilidad de que lleguen a nuestra vida elementos que más adelante serán determinantes y significativos para nuestra evolución como personas.

Será necesario poder relacionarse con una cuota de cambio y de sinsentido en nuestras vidas, cosa que a menudo no es fácil.

Saludos y hasta la próxima.